Domingos de junio
- La Corporación Cultural de Las Condes presenta en sus plataformas una nueva versión de esta clásica historia, de la mano de los alegres títeres de la Compañía Proyectico.
Tico es un conejo travieso y juguetón y, junto a Lora la Lora, el Señor Tigre y el Mono Luis, llega a las plataformas digitales de la Corporación Cultural de Las Condes con una nueva y colorida versión en títeres bocones estilo muppets de “El libro de la selva”, la clásica historia de Rudyard Kipling. La obra es el nuevo trabajo de la compañía de títeres Proyectico, y será transmitida los días 6, 13, 20 y 27 de junio, a las 17:00 horas, en www.culturallascondes.cl y su canal de YouTube, con acceso liberado.

A través de divertidos personajes, música alegre y mucho humor, TICO EN EL LIBRO DE LA SELVA encantará a toda la familia con la narración del niño -conejo, en este caso- que es criado por los animales de las Tierras Vírgenes y debe descubrir su propia identidad. En esta búsqueda, los títeres promueven los valores de la empatía y la tolerancia en un entorno de diversidad cultural. La selva y sus personajes se utilizan como metáfora para la reflexión respecto a la inclusión.
“Se trata de un tema muy actual, planteado desde lo lúdico, y dando el espacio para que los niños y niñas puedan hacer su propia interpretación”, explica Alexander Ramos, director de la compañía y autor de la adaptación.

Ramos, egresado del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, de Venezuela, agrega que esta versión desarrollada para las plataformas audiovisuales “es como un programa de tele, muy colorido y, si bien es una obra para niños, los papás y las mamás también van disfrutar”.
La Compañía Proyectico, que forma parte de la Asociación Internacional de Teatro para la Infancia y la Juventud (ASSITEJ), ha recorrido con sus espectáculos distintos escenarios en Chile y Argentina, y se presentó en temporadas anteriores en el Teatro del Centro Artesanal Los Dominicos.
TICO EN EL LIBRO DE LA SELVA
Teatro infantil online
Domingos 6, 13, 20 y 27 de junio, 17:00 horas
www.culturallascondes.cl
Canal YouTube Corporación Cultural de Las Condes
ACCESO LIBERADO
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Siempre se señala que una de las grandes virtudes de las mujeres es nuestra capacidad de hacer «multitask». De afrontar en paralelo varias actividades simultáneamente: cocinar, mientras cuidamos a los niños y en altavoz atendemos una llamada; contestar un correo de trabajo, mientras nos tomamos el café y por WhatsApp coordinamos las labores de cuidado de un familiar. Lo anterior son algunos ejemplos de las destrezas que muchas mujeres hemos aprendido, producto de la necesidad. Se espera que nos hagamos responsables por la limpieza de la casa (aun cuando a veces recibamos «ayuda»), la alimentación de la familia, el cuidado de niños y adultos mayores, cargar con la «labor emocional» de nuestros seres queridos, apoyar en nuestra comunidad, y muchas además trabajamos jornadas laborales completas. Tanto es así que, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo aplicado en Chile el 2015, las mujeres multiplicamos el tiempo y terminamos aprovechando 25 horas del día.
La pandemia ha extremado estas condiciones. El trabajo doméstico es más cuando ahora pasamos prácticamente todo el día en la casa producto del teletrabajo (¡para quienes tenemos ese privilegio!). Las tareas de cuidado son mucho más pesadas cuando el apoyo de instituciones como colegios y salas cuna desaparece o se hace más acotado. La labor emocional es tanto mayor cuando todos nos vemos enfrentados en forma crónica al estrés y ansiedad del encierro y la preocupación por la salud, además de la incertidumbre por las condiciones económicas. Y la labor de las mujeres para organizar ollas comunes y otras formas de apoyo comunitario han sido fundamentales durante esta crisis. Quizás lo que más se ha visto resentido es nuestra participación en el trabajo remunerado, bajando de 52,5% a 47,3% en un año, con muchas mujeres saliendo del mercado laboral por la imposibilidad de compatibilizar todo lo que se espera de ellas en un escenario tan adverso.
Sumemos a ello la urgencia de salir al espacio público y formar parte de procesos fundacionales y transformadores como son la redacción de la primera Constitución paritaria del mundo. Necesitamos a más mujeres en la esfera pública, aportando con sus ideas y su voz, en todos los campos del saber y del ejercicio ocupacional. Es un espacio que nos merecemos por derecho propio y es un lugar que nos hemos ganado con sangre, sudor y lágrimas.
Pero a la vez, qué difícil es encontrar nuestra voz cuando estamos abrumadas por el día a día. Virginia Woolf, hace casi un siglo ya, señalaba que las mujeres necesitan una habitación propia. Un refugio hacia donde escapar de las continuas demandas que se nos hacen. Que sea nuestro. Una burbuja que nos permita descubrir, o quizás inventar, un tiempo propio y nuestra propia voz. Un lugar desde donde pensar y pensarnos, y escribir. Hoy por hoy esto se siente cada vez más atingente y necesario. ¡Pero a la vez tan lejano!
Estamos inmersos en un tremendo proceso de cambio cultural. Y mucho se ha avanzado, sobre los hombros de mujeres gigantes, pero falta aún mucho por hacer. En la esfera pública y privada. En lo micro y lo macro. Por lo pronto, tomémonos en serio la idea de Corresponsabilidad: cuestionemos cómo estamos distribuyendo la carga de trabajo, y también los espacios y tiempos. Estos son diálogos que se deben dar tanto a nivel de las familias, como de las organizaciones.
Woolf también señala que “las obras maestras no nacen única y solitarias, ellas son el producto de muchos años de pensamiento comunitario, de pensar con todos, de manera que la experiencia de las más está detrás de esa voz única.” Escribir es un ejercicio de decantar lo colectivo, en solitario, para entregarlo nuevamente a la comunidad. El vínculo que tenemos las mujeres con nuestras comunidades es nuestra fuerza, pero también es importante crearnos un espacio propio.
Lamentablemente la pandemia tiene para rato, pero ojalá saquemos de aquí lecciones a futuro. Esta crisis ha relevado lo precario de algunos de los avances que se habían logrado, ya que ‘a la hora de la verdad’ volvemos a recaer en esquemas tradicionales. Para lograr cambios sostenibles falta profundizar. Este difícil tránsito, en que “lo viejo muere y lo nuevo aún no nace”, nos invita a ser valientes y perseverantes para seguir avanzando más allá de las dificultades.
Carolina Matta Araya – Conoce más a Carolina AQUI
Socióloga MBA y Experta Hay Mujeres
Foto portada : Foto de Anastasia Shuraeva en Pexels
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Muchos estudios han analizado los efectos psicológicos de tener un padre/madre ausente durante la infancia. La Revista de Psiquiatria do Rio Grande do Sul (Brasil) publicó los resultados de una investigación en 2004 que refleja el impacto a mediano y largo plazo de la ausencia paterna:
“Es evidente que la ausencia del padre tiene el potencial de generar conflictos en el desarrollo psicológico del niño. En el caso clínico descrito, el bajo rendimiento del paciente en la escuela es un rasgo formativo de su vida, tanto pasada como presente. Se le ha retenido tres años en la escuela y sigue teniendo problemas. Una hipótesis que se formó fue que, al hacerlo mal en la escuela, encontró una manera de llamar la atención de su madre”.
Muchos casos conducen a muchas teorías. Una hipótesis muy difundida sugiere que la ausencia del padre en las niñas genera una sensación de inseguridad que puede terminar afectando el desenvolvimiento social en la infancia y, posteriormente, en la adultez.
Heridas profundas
Un estudio realizado por los autores del libro The Fatherless Daughter Project: Understanding Our Losses and Reclaiming Our Lives (Avery, 2016), halló que el 50% de 2,000 mujeres encuestadas de entre 15 y 80 años crecieron sin una figura paterna, ya sea por divorcio o separación (28%), ausencia emocional (26%), muerte (19%), deserción (13%), adicción (13%), abuso (12%), desconocimiento del padre (6%) o encarcelamiento (4%).
La evidencia indica que las mujeres con padres o madres ausentes experimentan niveles más bajos de bienestar, niveles más altos de depresión relacionada con la ira y dificultad emocional para establecer relaciones íntimas, así como un profundo miedo al abandono. Este último sentimiento, aunque no se considera una fobia de manera oficial, es uno de los temores más profundos y habituales entre las personas que han vivido eventos traumáticos en la infancia, como crecer en un ambiente afectado por la violencia, las drogas o la desatención.
Desde luego, una infancia con padres ausentes (y esto no implica necesariamente la orfandad o el abandono físico sino también al abandono emocional) puede marcar de por vida el corazón de una persona abriendo heridas sobre su valía como individuo, su merecimiento y su amor propio.
Tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación digna con un padre/madre ausente no es fácil, pero sí fundamental para elevar nuestra calidad de vida y reconciliarnos con nuestro niño interior.
Pasos para elegir el camino del bienestar
1. “No es por ti, es por mí”
El primer paso para sanar las heridas de la infancia y reconstruir la relación con nuestros padres es reconocer que no estamos haciéndole un favor a ellos, sino a nosotros mismos.
El perdón ha sido malinterpretado a lo largo de la historia. Hemos creído que es un acto de nobleza y consideración con el otro, cuando en realidad es una muestra de amor propio. Lo hacemos para que nos pese menos el corazón, para sentirnos cómodos con nuestro pasado y poder construir el futuro que soñamos.
2. “Me reconcilio con mi historia para no repetirla”
Por otro lado, cuando la ausencia de nuestros padres ha sido emocional o ha estado marcada por el abuso (físico, verbal o psicológico), tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación sana puede ser una forma de evitar que repitamos la historia.
Superar el abuso o el desamor de nuestros padres y avanzar sin heredar patrones de interacción negativos y conflictos a las generaciones futuras es una buena razón para hacer lo posible por llegar a un entendimiento mutuo con nuestros padres, sin importar lo difícil que pueda parecer.
Recuerda: nadie te pide que olvides lo ocurrido o que sientas amor incondicional por tu padre/madre. Lo importante es vivir el proceso de sanación.
3. “Tomo la decisión por mi propio bien, sin esperar nada a cambio”
Uno de los principales obstáculos cuando intentamos reconstruir la relación con nuestros padres puede ser la frustración al no obtener las respuestas que esperamos.
Debemos ser conscientes de que cada individuo sobre la tierra lleva su propio proceso de perdón, sanación y crecimiento; puede que nuestros padres ni siquiera sepan el daño que causó en nosotros su abandono, puede que no sientan remordimiento, que nieguen o aseguren no recordar lo ocurrido.
La negación es una respuesta psicológica común cuando no deseamos reconocer nuestros errores, e incluye negación de los hechos (“eso nunca sucedió”; “¡eres un mentiroso!”); negación de la conciencia (“Estaba ebrio” o “No me di cuenta”); negación de la responsabilidad (“Tú fuiste la culpable” o “Tu madre/padre tiene la culpa”) y negación de impacto (“Solo sucedió unas cuantas veces”, o “No exageres” ¡Supéralo!”).
Aunque obtengamos una respuesta de este tipo, elijamos el camino del bienestar expresando nuestros sentimientos sin agresión, dejando ir el rencor y sanando nuestra relación, incluso si es de forma unilateral.
4. “No toda cercanía es amor, y no toda distancia es olvido”
Reconstruir una relación saludable con nuestros padres no significa que debamos pasar más tiempo con ellos en contra de nuestra voluntad o mudarnos para vivir juntos. Reconstruir significa “volver a edificar bajo nuevas condiciones”, abrirnos a la posibilidad de que las cosas sean distintas esta vez.
La reconstrucción es un proceso que puede tomar meses y hasta años, porque es un ejercicio de sabiduría y humanidad. Hagámoslo con desprendimiento, libres de expectativas y con el objetivo final de fortalecer nuestro amor propio, de este modo, la ansiedad y el ego no podrán vencernos cuando las cosas parezcan ponerse difíciles.
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4 funciones exclusivas
- La obra se transmitirá los domingos 14, 21 y 28 de marzo, y 4 de abril, a las 17:00 horas, con acceso liberado, en culturallascondes.cl y el canal YouTube de Corporación Cultural de Las Condes.
- El montaje de la Compañía Zumbá mezcla percusión, danza, actuación y humor.
Llegó marzo y también nuevos contenidos a las plataformas digitales de la Corporación Cultural de Las Condes. Esta vez es el turno del teatro familiar con el montaje ALGARABÍA, LA FIESTA DEL RITMO, de la Compañía Kumbá, que será transmitido en cuatro funciones únicas, los domingos 14, 21 y 28 de marzo, y 4 de abril, a las 17:00 horas, a través de www.culturallascondes.cl y el canal de YouTube institucional. El acceso es liberado.
Se trata de una obra interactiva que mezcla distintas disciplinas artísticas, a través del primer instrumento que existió sobre la Tierra: el cuerpo. Percusión, danza, actuación y humor se fusionan en este montaje donde los intérpretes son cómplices del público y le invitan a disfrutar de la alegría y el juego.
Así, ALGARABÍA es una experiencia que despierta los sentidos e invita a transitar las emociones y los ritmos de distintas partes del mundo, con énfasis en los latinoamericanos, a través de la percusión corporal y de diferentes elementos, desde lo ancestral de la madera hasta lo urbano del metal y el plástico.
La compañía Kumbá está integrada por la actriz Yazmín Lolas (de la Universidad Arcis); los bailarines venezolanos Gabriela Navarro y Wolyelmir Segovia, y la actriz Marina Mutis (de Teatro Imagen), fundadora y directora.
El proyecto es patrocinado por Ley de Donaciones Culturales.
ALGARABÍA, LA FIESTA DEL RITMO
Compañía Zumbá
Funciones únicas
Domingos 14, 21 y 28 de marzo / 4 de abril
17:00 horas
www.culturallascondes.cl
Canal YouTube Corporación Cultural de Las Condes
ACCESO LIBERADO
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«Mientras esperaba mi turno para pagar en una tienda hoy en la mañana, me di cuenta de que había una caja de cartón alta y angosta al fondo del cubículo de atención, por cuyo extremo superior se asomaban unas ramas verdes medio torcidas, que claramente pertenecían a un árbol de pascua —como decíamos antes. Al aproximarme a la ventanilla, le pregunté un poco sorprendida a la cajera si ya estaban organizando la decoración de Navidad. Ella sonrió y me contestó que no, que había quedado allí desde el año pasado. Entonces me acordé que yo tendría unos diez años, cuando en una oportunidad mis vecinos dejaron el arbolito puesto todo el verano y el pesebre intacto, al menos hasta que el pasto recién cortado sobre el cual habían apoyado las figuritas y todos los animalitos posibles, se secó por completo. Como Navidad es la última celebración antes de Año Nuevo y además religiosa, puede que suceda eso de dejar los adornos puestos más allá del mes de enero o incluso a medio guardar, como en este caso. Mucho más extraño habría sido que me hubiera encontrado con telas de araña o zapallos añejos, como vestigios de esa fiesta prestada, frecuentemente cuestionada y un tanto cargante, de brujas y esqueletos. Ver el arbolito olvidado allí en pleno agosto, también me hizo pensar en otras fechas marcadas en rojo en el calendario, que igualmente destacan tradiciones que invitan a las reuniones familiares. Cuánto más relevantes y necesarias se han vuelto hoy, pues sin duda son una buena razón para congregarse en torno a un motivo que nos una sin antagonismos. De hecho, hace unos días participé en una reunión “Zoom” y todos nos manifestamos decididos a celebrar Fiestas Patrias en familia y a como diera lugar, precisamente debido a lo peculiar de este 2020.
En lo personal, me gusta el 18 de Septiembre con música chilena, asado y empanadas hechas en casa. Para mí es una festividad que evoca la belleza de Chile, la cordillera y el campo, los lagos y el mar. Creo que es una reunión que llama a la alegría, aunque a veces me pongo medio melancólica. No a causa del vino tinto —como dice la canción— ya que nunca me ha gustado, sino porque gracias a la música guardo memorias de mi niñez que me enternecen. Y porque además me es imposible olvidar las muchas ocasiones en las que canté el repertorio tradicional chileno y que actualmente parecen más lejanas que nunca, como cuando fui invitada a homenajear a los Huasos Quincheros.
También para estas fechas saco mi guitarra de su cofre y toco todo lo que se me ocurre y todas las tonadas y canciones que alguna vez aprendí. Y como toco rara vez, al día siguiente me duelen las yemas de los dedos y tres días después se me empiezan a despellejar. Al escribir estas líneas, de pronto vino a mi memoria una de mis anécdotas dieciocheras favoritas: cuando fui pareja de un huaso muy apuesto en un concurso de cueca. Él no era mi acompañante original, de modo que nuestra decisión de participar fue totalmente espontánea. La cueca tiene una estructura sencilla, pero son fundamentales el diálogo y la gracia en el coqueteo entre el hombre y la mujer al bailar. El resultado fue que ganamos sin problemas, pues no hay nada como ser guiada por un buen bailarín, y él lo era. Lo divertido fue que el primer premio era una máquina de afeitar eléctrica último modelo. Él, muy galante, insistió en cedérmela. Hasta que ante mi reiterada negativa, al fin comprendió que era mucho más galante de su parte si se la quedaba.
El calendario nos propone días a trabajar y otros de descanso, los cuales pueden diferir para cada familia dependiendo de su religión y también de la actividad laboral que realicen sus integrantes. Sin embargo, por lo general los feriados son esperados con entusiasmo, especialmente debido a la idea de compartir con nuestros cercanos. Me pregunto si este año será distinto, aunque no lo creo. Las tradiciones son algo potente, que uno no deja de lado así como así. Es indiscutible que ellas representan y fortalecen un sentido de unidad y pertenencia, más allá de las opiniones e ideas individuales. Ya que si bien pueden ser un concepto abstracto en sí mismas, al conmemorarlas revivimos costumbres y rutinas parte de nuestra identidad como nación y como chilenos.
¿Se acuerdan ustedes de esa actividad que alguna vez realizamos en el colegio? Doblábamos en un rectángulo un pedazo de papel, de un lado para otro y varias veces sobre sí mismo. Cuando alcanzaba el tamaño adecuado, dibujábamos una figura humana sobre la cara superior. Después cortábamos con una tijera todas las capas juntas, dándole forma poco a poco, cortando el contorno de la cabeza, de un brazo, luego de las piernas, y al girar el papel para continuar, dejábamos sin pasar la tijera por el extremo del otro brazo. Y así, como por arte de magia, al desplegarlo nos quedaba una guirnalda larga de varias personas tomadas de la mano justo por donde no hicimos el último corte. Este decorado, bonito y tan simple, es una verdadera representación de la manera en que nos constituimos como sociedad, entrelazados como eslabones de una cadena, unos dependientes de otros y unidos por la historia de nuestro país.»
Myriam O – Artista multidisciplinaria (conoce mas de ella aquí)
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El inédito período de aislamiento que aún estamos viviendo, ha permitido que afloren una serie de problemáticas de índole social, ciertamente relevantes. Al mismo tiempo, sin embargo, existen varias otras que probablemente continuarán pasando desapercibidas, pues no pertenecen a la realidad de las mayorías u orbitan espacios mucho más íntimos.
Debido a la pandemia, no hemos podido disfrutar como quisiéramos del contacto directo con nuestras familias y amigos. Esto puede entristecernos en algunos momentos, a pesar de que su impacto se ve suavizado gracias al uso de la tecnología y las redes sociales. Sin embargo, existen grupos diversos de personas entre los cuales también se cuentan aquellas que son solas. En este punto deseo diferenciar la sensación de «sentirse sola», entendiéndose en medio de un grupo más numeroso, de lo que significa «ser sola», lo cual es una situación de vida que no se puede manejar o cambiar así nada más. Es, en definitiva, a esto último que quiero referirme, a personas y más concretamente a mujeres solas —en el contexto de la sociedad chilena— que no llevan una vida en pareja, sin familia propia, sin hijos. Muchas de ellas poseen redes de apoyo construidas en el mundo profesional en el que se desenvuelven y así van llenando el día a día con su trabajo y las relaciones de amistad con sus compañeros y colegas. Se han realizado estudios y numerosas entrevistas a mujeres que han decidido no ser madres y a otras que han adoptado a sus hijos. Incluso en Chile existen bonos estatales para madres solteras y en algunas circunstancias, bonificaciones por cada hijo vivo al momento de jubilar. Sin embargo, muy poco se ha dicho o hecho respecto de aquellas que no tienen o no tuvieron hijos. En estos meses de cuarentenas, algunas siguen trabajando o lo hacen desde su hogar, mientras otras han perdido su negocio o simplemente han quedado cesantes. Entonces me pregunto qué ocurre con la estabilidad emocional de dichas mujeres al disminuir tan radicalmente su contacto social. Y cómo se sentirán aquellas otras que, pasada ya su vida laboral activa, acostumbran a ir a un centro comercial a “vitrinear” y de esta forma sentirse menos solas, cuando debido a las circunstancias actuales esto es imposible.
El no tener hijos es descrito por muchos como una opción e incluso en conversaciones mundanas, como una preocupación menos en lo financiero. Pero nunca es descrito como lo que realmente es: muchas, muchísimas más horas de soledad. Y en tiempos de pandemia esto puede ser muy duro, no sólo para quienes están sufriendo estrechez económica, sino para quienes dependen solo de su entorno laboral y de relaciones de amistad para acompañarse, cuando el foco de atención se traslada naturalmente al círculo más cercano de cada familia. Así, es esperable que las mujeres solas queden relegadas fácilmente a un plano muy secundario en el ámbito social.
Es un hecho innegable que para la mujer que es madre, la sola vista de sus hijos y más tarde de sus nietos, aunque sea en una pantalla, es suficiente razón para llenar su corazón de emociones amorosas y de esta forma hacer más llevaderos los momentos difíciles y el distanciamiento actual. A diferencia de aquella que no ha vivido la maternidad y que ha debido trabajar sus fortalezas individuales en forma constante, lo cual la convierte de por sí en una mujer un tanto distinta. Ella, además de ser interrogada sobre sus hijos [inexistentes] durante toda su vida adulta y más allá, es una mujer que en general se ha esforzado más para lograr cubrir sus propias necesidades materiales y para llenar su vida con actividades que le brinden satisfacciones aunque sean de diferente índole, las cuales son justamente las que se han visto muy fragilizadas en los tiempos que corren debido al confinamiento y pausa laboral. Con la agravante de que no cuenta con la ayuda o asistencia económica de parte de su prole, pues no existe, y tampoco con una consideración especial de parte del gobierno, porque su realidad de vida la inserta en una minoría prácticamente invisible. Y al pertenecer a esta minoría no considerada, tampoco goza en tiempos normales y menos aún en su vejez, con algún tipo de apoyo estatal amparado por la ley.
Es mi opinión que se viven tiempos aciagos, durante los cuales las debilidades y falencias en nuestra sociedad que antes permanecían semi ocultas, hoy son evidentes. Hagamos visible, entonces, el espectro completo: en cuarentena y aislamiento ¿qué más evidente que la soledad?
Myriam O – Artista multidisciplinaria (conoce mas de ella aquí)
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Mamaaaaaa quiero pis, grita desde la cama mi hijo de tres años a las 6.00AM. Empieza la jornada, en casa, claro, porque #yomequedoencasa.
Me empiezo a poner nerviosa cuando desde la ducha oigo gritos y entran uno, dos o los tres en el baño… ¡Diez minutos por favoooor, ¿No puedo ni ducharme tranquilaaa?! grito desafiando los límites de la contaminación acústica con la cabeza llena de jabón asomando por la cortina.
A las 8 desayunamos, todos juntos, los 5. Galletas, tostadas, fruta. A veces aprovechamos para conectar con mi madre o mis hermanas en España para que vean a los niños antes de que empiece la batalla campal, allí son las 14.00h.
Tras el último sorbo de café empieza el maratón de telecolegio y teletrabajo + casa con tres niños de 3, 6 y 9 años y un marido conectado al teléfono 24×7 bajo el escudo protector de ser “servicio esencial” y tener mucha gente a cargo. Eso si, todo lo que tenga que ver con un número le toca a él, que para eso es ingeniero y está relleno de números, a mi, me tocaron las letras.
Ya estamos sentados en la mesa del comedor, con ordenadores, ipads y todo aparato electrónico que hemos conseguido rescatar para este nuevo panorama escolar online. La de 9 en su cuarto, en su recién descubierta autonomía, y yo, con los dos pequeños, intentando compaginar las videollamadas simultáneas de colegio y jardín infantil. Corto y pego con distintos materiales con Pedro mientras enseñó a leer y escribir a través de la plataforma online del colegio a Guille “ahora saquen el ejercicio de anteayer y vamos a completarlo añadiendo unas frases (“Ay, ay, que lo he tirado, ¿donde lo puse?”).
Durante la jornada me vuelvo bipolar y voy alternando estallidos de cólera “¿te quieres sentaaaaar?” Con momentos de amor infinito “muy, bien. Lo has hecho genial, estoy súper orgullosa”. Hago malabarismos profesionales y contesto emails en esos breves espacios en que están concentrados a la vez, o cambio de habitación mientras les enchufo un momento a la tele para conectarme con un cliente, rezando para que no entre ninguno o, si lo hacen, que al menos no sea desnudos, como la última vez…
“Pero no me dijiste que te ocupabaaaaas mientras me conectooooo?” nuevamente me transformo en un gremlin mientras grito a mi marido tras finalizar un zoom salpimentado con interrupciones variadas con forma de niños. “¡He hecho lo que he podido!” dice él que, efectivamente hace lo que puede, como todos en casa.
Jugamos a algo, pintamos, les hago ginkanas y les cuento cuentos, les preparo algún aperitivo o cualquier cosa para ir dejando en el día también algunos momentos especiales entre mis estallidos de amor y de rabia.
La cuarentena, me ha hecho bipolar, es verdad, pero también ha hecho que valore mas este tiempo con los míos, y, pese a los altibajos, me encanta ser la mejor malamadre que puedo.
En la balanza pesan más todos esos momentos compartidos durante estas semanas de cuarentena: El plan de cine en casa de los viernes, las acampadas en nuestro cuarto, los cuentos a las 18h, hacer barcos piratas con cajas de cartón, el conocer mejor a nuestros hijos, el saber lo que aprenden cada día, la emoción de los paseos y no oírles ni una queja tras estos 57 días en una casa en que hemos hecho de familia, amigos, profesores, restaurantes, cines y lo que haga falta.
Después de esta etapa no habrá quien pueda con nosotras porque, nuestros superpoderes nos los dieron el coronavirus y esa energía sobrehumana de proteger a los nuestros, no una picadura de araña o haber nacido en Kripton, esos lo tuvieron mucho más fácil…
Esperando que llegue ese día en el que recuperemos la vida fuera de casa me despido, no sin antes de
searos a todas las que os habéis sentido identificadas con este post ¡Feliz día de la madre confinada!
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Hoy una vez más la vida nos enseña de paradojas. En un mundo cada vez más individualista y competitivo, nace la necesidad obligada de conectarse con lo esencial. Hoy es el Universo, Dios o como quieras llamarle, es el que nos llama a frenar, a detener y a mirar hacia el interior. Y entonces nacen infinitas paradojas:
Cuando pensabas que la tecnología era un monstruo que nos estaba comiendo, te das cuenta que no es ella el monstruo sino nosotros. Dándonos ella misma (a esa que teníamos vetada) la oportunidad única de poder conectar, hacer comunidad y acercarnos con nuestros seres queridos y con el mundo. Hoy es esta herramienta que finalmente aprendimos a usar con un distanciamiento obligado, la que nos regala la posibilidad de compartir, hacer deporte, reírnos y aprender.
Cuando pensabas que el mundo iba más rápido de lo que podías soportar y pedías a gritos una pausa que no existía, el universo nos viene a mostrar que podemos cuidarnos parando, frenando nuestro hacer para enseñarnos a estar con otros…..aislados pero por primera vez conectados desde lo más profundo del corazón.
Cuando pensabas que el tiempo en familia y el hacer estaban equilibrados, vienen nuevamente a mostrarte que lo esencial está en los vínculos, en nuestra familia y que nunca es suficiente…..que el regalo de estar juntos es infinito y que por mucho que intentes equilibrar, te das cuenta de lo importante cuando paras, te conectas y lo vives.
Cuando pensabas que tenías los planes y el futuro bajo control, una vez más la vida y el universo te muestran tus límites, tu vulnerabilidad y tu fragilidad, poniéndote en pausa para que puedas nuevamente tomar perspectiva de que lo único seguro que hoy tienes es el HOY.
Cuando pensabas que te conocías, que meditabas y que tenías tu norte claro, nuevamente esta pausa obligada viene a mostrarte que conectarte con tu interior es indispensable y nunca suficiente. Te enseña una vez más que el ocio es un regalo y que tus necesidades básicas están suplidas, porque tienes un techo y una familia.
Cuando pensabas que tenerte a ti era suficiente para seguir viviendo….una vez más nos muestra la tierra que somos un colectivo y que estamos todos unidos. Que todo lo que yo decida impacta en la vida del otro, así como ese otro impacta en mi vida.
Es extraño y paradójico sentir que en estos días he logrado agradecer y apreciar las cosas simples: despertarme sin apuros, tener tiempo para leer, jugar con mis niños, hacer deporte con mi marido, hablar con mis amigas por videollamada, escuchar el viento, ver películas, escribir, cantar a todo pulmón, reírme de lo paradójico, respirar profundo y agradecer por ese respirar.
Sin duda estamos en una situación desafiante, dura y llena de incertidumbre….y la simple paradoja que me regala la vida hoy es que me siento más acompañada que nunca, que veo más generosidad y comunidad que nunca en las redes sociales, y que me siento útil y ayudando al estar en casa….¿que más se podría pedir? Cuando te das cuenta que tu mejor ayuda al mundo y a la comunidad es quedándote en TU mejor lugar….es simplemente impactante. Y donde además hoy el Universo te da la oportunidad de poder construir y crear un HOGAR lleno de vínculos y conexión en tu casa.
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María José Lacámara – Conoce más AQUI
joselacamara@gmail.com
Instagram: @joselacamarapsicologa
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Todas las parejas tienen problemas de comunicación, así que no te frustres si sientes que estás hablando un idioma que el otro no entiende. Le pasa al 99% de las parejas que atiendo en la consulta, creo que la tarea más difícil de todas las relaciones es mantener una conversación sana, fluida y permanente. Si de verdad te emparejas o te casas para “toda la vida” debes cultivar un espacio sagrado para la comunicación. Con códigos, lugares, lenguaje y ritmo que se adecuen a ustedes. No hay reglas universales ni recetas mágicas, acá todo vale.
Pero si es que hay algo de lo que se DEBE conversar es sobre los hijos. Una conversación profunda de la manera que más les acomode, inclusive pueden visitar a un terapeuta especialista en parejas que los ayude a que la conversación sea lo más honesta y real posible. Porque si hay algo que escucho mucho en la consulta es “pensé que cuando naciera nuestros hijo iba a cambiar”. Y se encuentran con la cruda realidad de que no fue así.
Todo el tiempo me pregunto por qué es tan difícil sentarse a hablar de cosas tan importantes, con la persona que se supone que más confianza tenemos. Por qué muchas veces se nos hace más fácil conversar con nuestras amigas e inclusive con un terapeuta. Qué es eso que nos da tanto miedo. ¿Qué nos rechacen? ¿Sentirnos incomprendidas? ¿Entrar en una batalla de egos?
Para quienes ya son madres y padres entenderán que un hijo viene a revolver tu vida por un período no menor. Las peores crisis de pareja, y en los tiempos en que se producen más divorcios (al menos en Chile) es después de la llegada de un hijo. Empiezan a salir los trapos sucios, que nunca salieron a relucir antes porque sin hijos, nada era tan grave, o tan insoportable.
Y así comienzan las discusiones, los resentimientos, las peleas, los cansancios y a fin de cuentas, las ganas de terminar lo antes posible una relación que pareciera no tener ni pies ni cabezas. Pero que con el pasar de los años, o con mucha paciencia (Paz y Ciencia) entiendes que son crisis adaptativas que algunas parejas pueden sobrellevar mejores que otras, pero que a TODOS les pasa.
Creo que es fundamental poder conversar respecto de las expectativas de cada al momento de pensar en tener un hijo. Algunos temas importantes a considerar en la conversación:
- Vida Sexual: soluciones en caso de que alguno de los dos sienta que su deseo está inhibido. (Recuerden que no todo es penetración). Sexo oral, abrazos, caricias, masturbación, etc.
- Labores domésticas: depende de la situación de cada pareja pero es muy importante establecer qué puedo y creo que podré hacer durante la gestación y el primer año de vida de la guagua.
- Labores relacionadas a la crianza: en este punto podrían pasarse horas hablando porque a pesar de que en la fantasía todas creen que tendrán súper machos a cargo de los hijos, la realidad del 90% de las parejas es que el hombre no sabe, no se le ocurre ni mucho menos toma la iniciativa en algo relacionado al bebe.
- Dinero: los gastos aumentan y algunas parejas deciden que la mujer se quede un tiempo más prolongado para cuidar al hijo, pero la pareja sigue viviendo la vida de antes y comienzan las deudas que pesan cada día más y comienza el estrés y nuevamente las discusiones. No tengan miedo de hablar de plata, básicamente la necesitamos para vivir y es parte del día a día.
- Vida Social: seguir con el ritmo de pareja soltera es difícil, muchas veces la vida social se ve reducida (sobre todo los primero meses) pero JAMÁS deben anularla por completo. El hombre necesita compartir con sus amigos una cerveza o una buena comida al menos 1 vez al mes. Así como la mujer debe retomar las juntas con sus amigas, y ojalá no hablar sólo del bebé (es un gran desafío pero se puede). Y juntos, ojala poder salir al cine, teatro, a comer o a bailar una vez al mes. No pierdan los espacios de vida social juntos. Consíganse un familiar o babysitter que los ayude y salgan un par de horas.
Creo que estos 5 puntos son los más importantes de abordar. No será fácil, pero tiene tiempo suficiente para lograr una conversación de corazón a corazón. Al hombre nunca se le hace fácil entablar la conversación, muchas veces escapa bajándole el perfil para evitar temas que puedan ser tensos. Quizás es nuestra labor propiciar este espacio, pero con ayuda de ellos todo será más fácil.
Estamos en un período universal de cambios, pasamos del machismo a una participación más activa del hombre en la crianza. Pero eso no es en todos los casos. Muchos hombres no tienen ganas o realmente no se sienten capaces de hacer algunas cosas. Yo tengo pacientes hombres que me dicen que para ellos es una tortura bañar a sus hijos, porque no saben cómo hacerlo pero tampoco preguntan. Y una situación tan cotidiana como esta puede hacer que arda Troya en el hogar, porque la mamá lo único que quiere es descansar 10 minutos mientras alguien más los baña.
Otras parejas sencillamente se sienten cómodas pagándoles a una niñera que además de realizar las labores de la casa, pueda hacerse del baño, comida y hora de dormir de los niños. Hay tantas formas de poder hacerlo, y ninguna está mal. Todas son formas distintas y creo que mientras ambos padres estén de acuerdo, no hay más que hablar.
Para llegar a acuerdos hay que tener la suficiente confianza para entablar conversaciones desagradables con respeto, amor y mucha calma. Nadie dijo que sería fácil, tampoco esperen conversar todo de un viaje. Todo a su debido tiempo.
Autor: Michelle Pollmann Román
michelle@centroalalma.cl
Instagram: @hoymetoca
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Andrea Saporta – Kambio.cl
La afectación emocional se da en distintos grados, dependiendo de las personas integrantes de la familia. Las inseguridades existen, son distintas y dependen de los roles y expectativas de cada uno. Sin embargo, es el grupo familiar el que se ve más vulnerable frente a una situación como esta.
Los tipos de reacciones pueden ser también muy distintas. Hacer como que nada pasa, preguntar e involucrarse, hacer un esfuerzo para hacerle al otro la vida más fácil, apoyo cercano, afecto y dando opiniones respecto ideas u oportunidades.
Una de las actividades prioritarias es hacer una planificación económica familiar, para lo cual lo primero es hacer un presupuesto para que en concreto, tenga claridad los gastos promedio mensual. Tener ahorros también puede cambiar el escenario. Con esta información, se deben tomar las decisiones. Quizás hacer economía de guerra el día 1, no sea necesario. Defina etapas. No pierda la perspectiva que todas las decisiones afectan a otros y además la forma en que se haga son el ejemplo a seguir por los hijos.
La comunicación de una desvinculación debe hacerse lo antes posible, particularmente a la familia nuclear. El discurso es el mismo para todos, si no está positivo y realista…arréglelo. En el caso de los hijos, si requiere adaptarlos a las edades hágalo, si requiere tener conversaciones por separado…téngalas…pero tenga en cuenta que si o si hay que comunicarlo. Lo seguro es que sin importar la edad a todos les preocupa, todos quieren ayudar y usted es el que dará la pauta. Ésto será un buen aprendizaje para los hijos y la familia en general.
Sea honesto y de seguridades razonables. Ejemplo; “a partir de hoy voy a buscar”, “no se preocupen por el colegio, es prioridad para nosotros”, “necesito que ustedes estén tranquilos”, “ya les diremos como pueden ayudar a cada uno de ustedes”. Si no hay un plan…hay que ser transparente y no improvisar.
Hace años hice una entrevista a un grupo familiar con 2 hijos y esto fue lo que los hijos dijeron
El hijo de 19 años dijo:
- Tener 1 año de recursos económicos para vivir fue tranquilizador, pero tampoco es tanto tiempo
- Nunca lo vi deprimido o quejándose. Fue bueno tener al papá en la casa, hablamos más, partimos por temas laborales y después de otras cosas. Fue super bueno para él, tener otras cosas que hacer durante este periodo, asesoría, deporte…
- Fue importante verlo hacer cosas, aunque estuviera en la casa, no estaba “echado”
- Yo puedo ayudar no armando problemas. Y tengo que cuidarme de no derrochar y pensar cuánto valen las cosas. Hacer menos actividades que signifiquen recursos que no hay.
- Los amigos ayudan a ser realista y tener consciente la situación. Me decían cosas como “no es por molestar, pero acuérdate que tu papá está sin pega”. También apoyan y cuentan sus experiencias. “mi papá también estuvo sin trabajo, si tu papá está bien, eso es lo que importa” “tampoco se trata que tu papá agarre lo primero que llega”
- Siempre su búsqueda fue tema, pero no era el único. No era evitarlo, sino que la vida continua. Es un TEMA, pero no por hablarlo más, es mejor
- No me parece bueno que si propongo una actividad, por ejemplo “vamos a comer”, no es necesario todas las veces repetir…”no vamos porque tu papá no tiene pega”
- Es distinto decir “mi papá no tiene pega” que usar la frase “mi papá está buscando pega”. Es más positivo. Decir que no tiene puede interpretarse como que no hace nada. Decir “está sin” refleja algo malo en si mismo
El hijo de 12:
- Al principio no me daba cuenta, después me daba cuenta y apagaba las luces. Tuve más conciencia de lo que estaba pasando.
- Lo viví normal, estaba más tiempo con él, conversé más e hicimos más cosas juntos.
- Le preguntaba cosas cuando iba a una entrevista. ¿Qué empresa? ¿De qué se trata el trabajo?
- Siempre lo vi tranquilo y me gustó que estuviera más tiempo en la casa.
- Le conté a algunos amigos pero nunca fue tema.
….Quizás una pregunta valiosa como familia es; Qué aprendimos?
Extraido de www.kambio.cl
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