La educación a distancia es una prueba mayor para la capacidad de autogestión del aprendizaje en los estudiantes. Con menos controles externos de la escuela física, los estudiantes menos autónomos probablemente están experimentando grandes dificultades para adaptarse a las nuevas estructuras y regulaciones de la escuela a distancia.
¿Entonces, cómo podemos ayudar a los estudiantes a desarrollar una mayor autonomía? Tal vez lo que está pasando puede ser una tremenda oportunidad para lograrlo.
La palabra autonomía viene del griego, y se compone con tres conceptos:
autos, que significa uno mismo, nomos, que significa norma o regla e ia, que indica acción o cualidad. Al unir estos conceptos entendemos que la autonomía se refiere a la capacidad de uno mismo de regular el propio comportamiento. Hay que distinguir este concepto de independencia, que es hacer las cosas sin depender de otro. Muchas veces se entiende que autonomía es hacer las cosas solo o sola, pero en realidad uno podría ser autónomamente dependiente, por ejemplo, cuando somos capaces de pedir ayuda o en el trabajo en equipo.
La autonomía tiene que ver con una experiencia interna, de sentir que yo soy el autor de mis comportamientos, que decido libremente lo que quiero hacer. Por eso la autonomía está íntimamente ligada a la motivación. Dos personas pueden mostrar un mismo comportamiento, por ejemplo, dos estudiantes que se terminan el libro que les dieron de tarea; y sin embargo, experimentar esta tarea de manera muy diferente. Uno puede leer motivado por la nota que le van a poner y otro motivado por el placer de la lectura. Esta experiencia interna, como demuestran las investigaciones de la Teoría de la Autodeterminación, está íntimamente ligada al bienestar y al desempeño, en concreto en las escuelas, al desempeño académico y la motivación con el aprendizaje.
Al ver la autonomía como un elemento central para el bienestar y el desempeño, se la entiende más como una necesidad básica que como una habilidad a desarrollar. Desde esta perspectiva, los educadores debemos considerar cómo generamos un ambiente que favorezca la autonomía de lo estudiantes, qué podemos hacer para satisfacer la necesidad de autonomía, y así aumentar la motivación por el aprendizaje.
En lo concreto esto se logra tomando la perspectiva de los estudiantes, ofreciendo opciones o alternativas para decidir por sí mismos y dando sentido a las normas y expectativas.
El tomar la perspectiva de los estudiantes se refiere a la capacidad de considerar las motivaciones, emociones y objetivos de los estudiantes para la toma de decisiones. Las personas que perciben que han sido consideradas en la toma de decisiones que les afectan están más abiertas a adoptar o asumir esas decisiones de manera libre. Esta capacidad se desarrolla a través de la escucha activa, es decir la habilidad de ponerse en el lugar del otro y entender cómo le impactarán las decisiones que se toman respecto de ella. Entonces, un profesor que, en este tiempo, se ha dado el tiempo para entender en qué realidad están operando los estudiantes, tomará decisiones más ajustadas a esa realidad y puede
flexibilizar sus decisiones. Así, si sabe que un determinado porcentaje de estudiantes no tiene acceso a internet, buscará la manera de llegar a ellos de otra forma. En esta toma de perspectiva, además, se va construyendo un vínculo más profundo con los otros, porque perciben que hay un interés y preocupación genuinos, logrando lo que los estudiantes se sientan mirados y considerados.
El dar opciones o alternativas para la acción satisface esa experiencia de poder tomar decisiones sobre la propia vida. Siempre podemos dar este espacio de decisión a los estudiantes. Los estudios hechos en contextos escolares indican que aún en cosas muy pequeñas o accesorias, el tener alternativas para decidir satisface la necesidad de autonomía y promueve la toma de decisiones responsables. Pueden ser alternativas tan sencillas como elegir en qué formato puedo hacer un trabajo, qué libro quiero leer, elegir con quién se quiere hacer un trabajo grupal, cómo ser evaluado, etc.
Por último, el dar sentido a las normas o expectativas, permite una mejor internalización de las regulaciones de los contextos sociales. Esto se traduce en una mayor adherencia a las normas, porque en realidad la persona con autonomía ha incorporado la norma como propia y la asume, independiente si hay castigo o no. El dar sentido a las normas implica un ejercicio reflexivo de parte de las autoridades, sean estas profesores, apoderados, jefes, etc. Es decir, preguntarse qué sentido tiene para uno mismo la norma antes de exigirle a otros que la cumplan. Muchas veces los adultos no son capaces de dar cuenta de esta reflexión y por eso ensalzan la obediencia ciega como una virtud. En términos de bienestar y desarrollo óptimo el obedecer por obedecer es un mal predictor. En cambio, la integración y adherencia voluntaria a las normas se correlaciona positivamente con indicadores de bienestar y desarrollo. Las discusiones que se han producido en este tiempo sobre por qué los estudiantes copian sirve para entender este tema. ¿Por qué hay estudiantes que actúan éticamente y con honestidad y otros no? Aquellos que copian, claramente no han incorporado o integrado el valor de la honestidad en el contexto escolar y probablemente están enfocados en la contingencia externa, la nota, más que en aprender realmente. Para dar sentido a una norma a otro, hay que usar nuevamente la toma de perspectiva del otro, para entender qué información necesita para cumplirla e incorporarla como propia.
Con la educación a distancia se presenta una buena oportunidad para que las escuelas puedan satisfacer de mejor manera esta necesidad de autonomía y así favorecer la motivación por el aprendizaje.
Hay muchas posibilidades de dar alternativas a los estudiantes en su gestión del aprendizaje, impulsando su creatividad y abriendo espacios para que puedan ir tomando decisiones sobre cómo quieren hacer las cosas.
La necesidad de redefinir normas o expectativas de comportamiento en el espacio virtual da la posibilidad de reflexionarlas junto con los estudiantes.
Y en relación a la toma de perspectiva, que sin duda ocurre mejor en el vínculo uno a uno, aunque la distancia física parece ser un obstáculo, estamos descubriendo que podemos llamar por teléfono, usar wapp, el correo o videoconferencias para comunicarnos con los
estudiantes, algo que antes no se consideraba como posible. Además, la pandemia ha hecho que la contención emocional sea una prioridad para casi todas las escuelas, que más que nunca, se dan cuenta que deben hacer todo el esfuerzo posible para que ningún estudiante se quede atrás. Esto ha provocado que se esté dando más espacio que nunca a ese contacto personal desde la escucha y la empatía con los estudiantes.
La motivación escolar siempre ha sido importante, hoy es una urgencia. Lamentablemente fue un tema descuidado por mucho tiempo, ya que la escuela física permitía supervigilar y controlar de manera externa a los niños y niñas, algo que es mucho fácil de hacer que dar espacios de autonomía. Hay que reconocer, eso sí, que la estructura del sistema educacional completo no está diseñada para favorecer la autogestión de los estudiantes, ni de los docentes, y tampoco de las escuelas. Pero hoy se han flexibilizado muchas cosas de esa estructura, con un currículo menos extenso, con flexibilidad para las evaluaciones, etc.
La puerta está abierta.
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl
Durante estos días de home schooling con mis hijos, he reflexionado mucho sobre la importancia de la educación presencial a partir de mis experiencias en mi querido colegio St. John´s de Concepción. Tuve tantos aprendizajes ahí que, sin desconocer deficiencias, puedo decir que mi colegio fue muy exitoso conmigo.
Quizás este es un momento único para que las escuelas aprendan en qué han sido exitosas hasta ahora. Hay muchas escuelas que ya están pensando en cómo será la vuelta a clases, y con buenas razones, anticipan muchas dificultades de adaptación y de desregulación emocional de los estudiantes. Es legítimo prepararse entonces para dar contención.
Pero tal vez si escucháramos con más detención y profundidad a los estudiantes podríamos estar más preparados, no sólo para contener si no para ser una escuela mejor que la que habíamos sido antes de la pandemia. Ellos y ellas podrían contarnos muchas historias de éxito ocurridas en nuestras salas y patios, si empezamos a preguntar ¿qué has echado de menos de la escuela?
Tal vez muchos educadores piensan que esto puede ser ingenuo, porque obviamente todos van a contestar que lo que más echan de menos es el recreo. Y aunque dudo que eso sea así, si ahondamos un poco más veremos que hay diferentes razones para echar de menos el recreo. Para conversar con los amigos y amigas, para tener espacio, para comer algo rico, para despejar la mente, para conversar con los profesores más relajadamente, para reír, etc. ¿Para qué puede servir esa información?
Por ejemplo, si en los recreos están ocurriendo cosas significativas para los estudiantes, ¿cómo podemos hacer que esa experiencia sea positiva para todos y todas? ¿O cómo podemos hacer que las clases incorporen el juego, la risa y el contacto con los amigos?
Creo que muchos estudiantes también dirán que echan de menos a algunos profesores y profesoras. Hay niños y niñas que tenían en la escuela al único adulto protector y cariñoso de su vida. Hay muchos que adoran aprender algunas materias por la pasión que mostraban sus profesores. Con toda esta información las escuelas podrían orientar mejor a sus docentes para entender cómo funciona la contención exitosa y cómo motivar mejor a los estudiantes.
Estamos demasiado acostumbrados a que hay que aprender del fracaso, y a tratar de solucionar los problemas enfocándonos en todo lo que nos falta. Esa perspectiva olvida que también podemos mirar todo lo que sí tenemos y aprender a usarlo de mejor manera, no para solucionar problemas, sino para alcanzar objetivos.
Podemos aprender del éxito, para eso es necesario conocer esas historias, grandes y pequeñas, que nos mostrarán cómo, cuándo y dónde estamos impactando positivamente a nuestros estudiantes, y amplificarlo para hacerlo mucho mejor a la vuelta a clases.
Te invitamos a compartir tus historias de éxito en la escuela, como estudiante, profesor o director. Pueden ser de este tiempo o del pasado, todas las historias nos conectan y nos enseñan. Puedes escribir en este link:
https://www.aprendizajesocioemocional.cl/forum
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl
Durante estas semanas se han viralizado varios videos que muestran estudiantes interrumpiendo las clases a distancia, aparecen en pijama, cortan el micrófono del profesor, haciendo ruidos molestos, hablan en paralelo con sus compañeros, dicen comentarios inapropiados sin darse cuenta que el micrófono está prendido, etc.
Sin duda que la disciplina es otro de los desafíos que la educación a distancia plantea a los docentes. ¿Estamos ante nuevos fenómenos o comportamientos, o solo se han trasladado antiguas actitudes al espacio virtual? Creo que la respuesta se inclina más hacia lo segundo, y probablemente los estudiantes que solían tener problemas de disciplina continúen con una actitud desafiante o irrespetuosa de las normas.
Hay aquí una gran oportunidad para reflexionar sobre la disciplina, revisar los reglamentos escolares y diseñar una estructura de normas que tengan más sentido y favorezcan en los estudiantes la autorregulación de sus comportamientos.
Las investigaciones en contextos escolares, de los autores de la Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci) muestran que la internalización de valores y normas sociales es un proceso inherente a los seres humanos, que nos permite integrarnos a los grupos sociales relevantes. Esta internalización puede ocurrir más o menos eficazmente, dependiendo del grado de autonomía con que las personas logren incorporar las normas.
Es decir, cuando las personas integran una norma o valor social porque para ellas tiene sentido y es coherente con sus propios valores, creencias y necesidades.
Entonces los estudiantes que no cumplen las normas, claramente no las han internalizado. Pero tampoco hay una internalización adecuada cuando cumplen las normas sólo cuando los están vigilando. Imaginemos que un tercio o un cuarto de los ciudadanos no tuvieran internalizadas las normas del tránsito y sólo las cumplieran ante la presencia de un carabinero. El caos vial sería inmenso.
En algunas salas de clases se puede observar el caos que se produce cuando un alto porcentaje de los estudiantes no adhieren a las normas que se han establecido para una sana convivencia que facilite el aprendizaje. De un curso de treinta o cuarenta estudiantes si hay diez o incluso cinco que no respeten las normas, ya es un número significativo para generar un mal clima.
¿Y cómo se logra una adecuada internalización de normas, que facilite la autodisciplina?
Como Idea general está el poder ejercer una autoridad que promueve la autonomía más que el control. Para ello algunas ideas concretas que se ha visto que funcionan:
1º Las normas deben hacer sentido a quien debe cumplirlas, pero antes que nada a quien quiere hacerlas cumplir.
Lo primero que debiera hacer una autoridad, sean padres o profesores, es preguntarse ¿qué sentido tiene para ella la norma? A veces hay normas que se imponen por costumbre, otras que se exigen a los estudiantes pero la misma autoridad no las cumple. Si no somos capaces de dar razón o sentido a una norma, hay una merma en la autoridad frente a los estudiantes, y esto es especialmente notorio en la adolescencia.
2º Para entender cómo ayudar mejor a los estudiantes a internalizar normas, debemos ser capaces de tomar su perspectiva, entender lo que para ellos significa la norma. Y esto no tiene que ver con darles en el gusto, ni ser permisivos. Es una muestra de que de verdad nos importa la persona más que la norma en sí, pero además nos da luces sobre cómo ayudarle a encontrar un sentido a la norma. También permite un uso flexible de las normas, porque muchas veces los estudiantes no cumplen por un sentido de incompetencia para hacerlo. Por ejemplo, para los niños y niñas con déficit atencional es muy difícil la norma de permanecer sentados y en silencio durante un período largo de tiempo. Entonces, ¿cómo se aplica a ellos la norma? ¿Es justo exigirles eso, si no está en sus manos cumplir esa norma? ¿Podemos hacer un uso flexible de la misma, para su cumplimiento progresivo en el tiempo? Este punto requiere el poder tener un vínculo personal con los estudiantes, es decir las conversaciones uno a uno. Es difícil, si, pero a la larga el tiempo invertido en esas relaciones hará que el tiempo de clases sea mucho más efectivo, porque se ocupará en el aprendizaje y no en hacer callar o retar.
3º Tratar de diseñar las normas con los estudiantes es una estrategia que da muy buenos resultados. Esto lo puede hacer el profesor jefe, para todo el reglamento general; pero también cada profesor puede tener sus normas en su materia. Las personas somos capaces de adaptarnos a diferentes contextos y diferentes tipos de autoridad. Al involucrarlos, las normas ya no les serán ajenas. Lo que se ha visto es que cuando hay normas acordadas con los estudiantes hay menos resistencia a cumplirlas y se asumen las consecuencias de no cumplirlas con mayor responsabilidad.
Las escuelas han cambiado para siempre. Aunque volvamos a clases presenciales, probablemente por mucho tiempo la educación a distancia tendrá que seguir funcionando en paralelo. Muchos padres no mandarán a sus niños al colegio por temor, habrá períodos de cuarentena esporádicos, habrá que hacer turnos para la asistencia a clases, etc. Entonces ya es hora de empezar a pensar ¿qué tipo de escuela se quiere ser en este contexto?
Podemos seguir tratando de hacer lo mismo pero a distancia, o podemos aprovechar la oportunidad para construir algo mejor a lo que teníamos, manteniendo todo lo positivo, sin duda, y transformando aquello que no funcionaba del todo.
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl
Read moreA fines del año pasado asistí a un seminario donde habló el profesor representante de Chile en el Global Teacher Prize, Ruperto Pizarro. Al ser consultado sobre qué sería lo primero que haría en caso de ser nombrado ministro de educación, sin pensarlo contestó que promovería programas de inteligencia emocional. Su visión es que para mejorar el aprendizaje más que clases innovadoras y entretenidas, lo fundamental es el vínculo con los alumnos y las relaciones interpersonales que se crean en la sala de clases.
Desde que Daniel Goleman popularizara el término inteligencia emocional, hay cada vez más conciencia de la importancia que tiene el adecuado desarrollo de ciertas habilidades «no académicas» para la formación de niños, niñas y adolescentes. Numerosas investigaciones demuestran que este tipo de habilidades se relacionan con mejores rendimientos académicos, mayor autodisciplina, mejores relaciones interpersonales, mejor clima escolar, menores tasas de conductas de riesgo en la adolescencia, mejores salarios en la adultez, mejor salud física y mental y una mayor satisfacción con la vida, entre otros hallazgos. Por su parte, los avances en neurociencia permiten establecer que este tipo de habilidades son maleables, es decir se pueden aprender.
Según CASEL, (Collaborative for Academic Social and Emotional Learning,www.casel.org ) reconocido organismo internacional para la investigación y promoción de programas de Aprendizaje Socio Emocional (ASE) en las escuelas, éste es definido como “el proceso a través del cual niños y adultos adquieren y aplican efectivamente los conocimientos, actitudes y habilidades necesarias para entender y manejar emociones, establecer y alcanzar objetivos positivos, sentir y mostrar empatía por otros, establecer y mantener relaciones positivas y tomar decisiones responsablemente”
La OCDE, está realizando un estudio acerca de las habilidades socioemocionales de más de 90.000 estudiantes de diferentes países, y ha señalado que: «las habilidades socioemocionales han revelado ser influyentes para muchos aspectos importantes de la vida, pero también para el desarrollo y uso de las habilidades cognitivas.»
Por esto decimos que las habilidades cognitivas suman y las habilidades socioemocionales multiplican el conocimiento.
Si bien ya nadie discute que tan importante como aprender a leer sumar y restar, es aprender a regular las propias emociones, trabajar en equipo, desarrollar la creatividad, establecer metas, etc., el ASE está a años luz de tener la relevancia y el espacio dentro dentro del currículum, que tienen materias como matemáticas o lenguaje. Para muchas escuelas es difícil determinar cómo implementar un ASE efectivo porque generalmente el impacto de los programas que desarrollan estas habilidades no se mide.
La Agencia de la Calidad de la Educación ha incorporado dentro de sus mediciones, indicadores de desarrollo personal y social, tales como la motivación escolar, hábitos de vida saludable, clima escolar, etc. Ésto refleja un avance por entender la educación desde una mirada más amplia. Estos indicadores pueden dar luces a las escuelas sobre cómo están implementando el ASE, pero aún falta más apoyo y facilidades para que a éste se le pueda dar el lugar que merece dada la influencia que tiene en tantos indicadores de bienestar y óptimo desarrollo.
CASEL se ha dedicado a investigar programas de aprendizaje socioemocional por más de doce años, para encontrar las claves para que éste genere un impacto real y duradero en las vidas de niños, niñas y adolescentes. El año 2017 publicaron el último meta-análisis (Promoting Positive Youth Development Through School-based Social and Emotional Learning Interventions:A Meta-Analysis of Follow-up Effects)
De acuerdo a los lineamientos de CASEL, los programas más exitosos tienen, entre otras, las siguientes características:
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Involucran a toda la comunidad (idealmente también a las familias)
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Se integran al currículum
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Utilizan el aprendizaje experiencial y explícito
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Establecen metas razonables
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Miden sus resultados para mejorar continuamente
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Ofrecen un completo acompañamiento a la comunidad escolar para lograr la sostenibilidad
AMA Consultora SpA, ofrece a las escuelas su programa CONÉCTATE que cumple con estos estándares y que permite ir asentando el Aprendizaje Socioemocional de una manera lo más costo eficiente posible.
Si estas interesado en evaluar cómo está la implementación del ASE en tu comunidad escolar, puedes solicitar el Cuestionario de Evaluación del Grado de Implementación del Aprendizaje Socioemocional (CEGIASE)
Read moreEn este fin de año, queremos hacerte una propuesta que puede mejorar tu bienestar psicológico, mejorar tus vínculos e incluso mejorar tu salud física.
PRACTICA LA GRATITUD
Robert Emmons, profesor de psicología de la Universidad de Davis, California, lleva más de una década investigando los efectos de la gratitud. Sus hallazgos son sorprendentes por el enorme alcance que puede tener esta práctica sencilla, pero que a veces la olvidamos.
La definición que nos ofrece de gratitud tiene dos partes:
1. “Es la creencia en la bondad. Afirmamos que hay cosas buenas en el mundo, dones y beneficios que hemos recibido»
2. “Reconocemos que las fuentes de la bondad están fuera de nosotros mismos, reconocemos que otras personas – o incluso poderes más altos, si eres una persona creyente o espiritual – nos han dado muchos regalos, grandes o pequeños, para ayudarnos a alcanzar las bondades en nuestra vida.»
La práctica de la gratitud no es sólo ese dar gracias por buena educación. Se trata de acciones intencionadas para cultivar una mirada agradecida de la vida, una mirada benevolente hacia quienes nos rodean y participan de nuestra vida, una mirada trascendente que nos hace ver que somos parte de algo mucho más grande que nosotros.
Qué nos dicen estas investigaciones de los efectos de la gratitud en las personas que la practican habitualmente.
Bienestar físico:
• Sistema inmune más fuerte
• Menos molestias y dolores crónicos
• Menor nivel de presión arterial
• Se cuidan más y ejercitan más
• Duermen más horas y su sueño es más reparador
Bienestar psicológico:
• Mayor frecuencia de emociones positivas
• Más alerta, despiertos y entusiastas
• Disfrutan más y sienten más placer
• Más optimismo y felicidad
Social:
• Más generosos, compasivos y activos en ayudar
• Perdonan con más facilidad
• Más expresivos
• Menos sentimientos de soledad
La actividad que Emmons ha descubierto tiene mayor impacto, es el llevar un diario de gratitud, donde periódicamente se van anotando nuestros pensamientos agradecidos. Pero hay muchas otras formas de hacerlo: cartas de gratitud a personas familiares, colegas, amigos; un mural de gratitud en el lugar de trabajo o en la escuela, e incluso en la casa, donde cada día se van poniendo notas de gratitud por todos; detenerse una vez al día y tomar una fotografía mental de un momento de gratitud; en familia agradecer durante las comidas, etc.
Para esta Navidad la gratitud podría ser un buen regalo, alegrando el alma y los corazones de quienes la reciban, y contagiándolos a hacer lo mismo.
Para motivar a los niños a ser agradecidos no es buena idea culpabilizar ni criticar: «deberías dar gracias por todo lo que tienes», «eres muy ingrato». Lo mejor es modelar, darles las gracias a ellos por sus contribuciones, por muy pequeñas que sean, dar gracias por tener esos hijos maravillosos en tu vida, e invitarlos a darse cuenta de los regalos que tienen y de lo que otras personas les han dado sin prejuicios: «Mira qué lindo día nos tocó hoy para venir a la plaza», «Qué buen regalo te dio tu madrina», «Qué bendición poder tener una comida caliente todos los días.»
Lo más bello de la gratitud es que está fundada en la humildad, que es la constatación de una verdad muy profunda: todos somos necesitados y todos los seres humanos nos necesitamos mutuamente. En una cultura donde el narcisismo crece, se hace difícil la gratitud, porque requiere poner la mirada fuera de uno mismo.
Curiosamente buscamos fervientemente la felicidad personal centrados en acumular para nosotros mismos, y sin embargo el camino correcto hacia ella parece ser absolutamente contrario.
Alejandra Ibieta I,
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.talleresama.cl
Read moreEn cada era en la historia de la humanidad la paternidad ha tenido sus propios desafíos, y hoy estamos en un momento único en ese sentido. Los medios digitales han modificado nuestra relación con el mundo y las esferas de influencias en nuestras familias. El gran avance en la conciencia de los derechos del niño ha dejado a muchos padres en una situación de incertidumbre porque no saben cómo educar de otra manera. Pienso que vivimos bajo el influjo tres ilusiones.
1. La ilusión del perfeccionismo.
Estamos en una sociedad de la exigencia en la cual, muchas veces, el afán por coleccionar logros han minimizado la importancia de los procesos. Sobre adultos y niños pesan enormes expectativas en cuanto a su rendimiento. Hoy vemos más padres que HACEN muchas cosas, pero pocos padres que tienen tiempo para SER lo que tienen que ser. La comparación social es común y buscamos sobresalir. Los hijos, en algunos casos, se transforman en trofeos para exhibir. Sólo el logro de cosas extraordinarias es sinónimo de éxito en un mundo competitivo y globalizado. Cada vez las cosas tienen que ser mejores, espectaculares para sentirnos bien con nosotros mismos.
2. La ilusión de que podemos tenerlo todo.
También la sociedad del consumo masivo nos lleva a un estado de insatisfacción generalizada. Pareciera que no podemos elegir y sentirnos totalmente satisfechos con nuestras decisiones. Me compro un celular nuevo y a los pocos meses aparece un modelo que promete ser mucho mejor, para peor, mi amigo se lo compra. Son tantas las opciones que tenemos que cada vez que elegimos sentimos que estamos perdiendo algo. Esto se observa en los adolescentes con los carretes. Tienen que ir a todo. Nos cuesta también distinguir lo que es una necesidad de un deseo.
3. La ilusión del control.
Otro gran tema es el miedo con que vivimos. Muchas veces es el motivador de nuestras decisiones. Creemos que nunca en la historia ha habido más violencia y crímenes, sin embargo hay estudios que muestran todo lo contrario. Cuidamos a nuestros hijos como esferas de cristal para protegerlos de todos los peligros y frustraciones posibles, incluso patologizando conductas que son incómodas pero perfectamente normales y parte de la experiencia de ser humano. Contaba un psiquiatra que hay madres que piden hora cuando el hijo se saca mala nota, o cuando termina un pololeo, para ayudarlo a manejar su tristeza o frustración. ¡Es tarea de los padres consolar y tolerar los sentimientos negativos!
¿Cómo aprenderán a protegerse por sí mismos? ¿Quieres que las decisones de tus hijos estén basadas en el miedo o desde la convicción?
Todo esto suena agotador, y efectivamente somos padres cansados. Hay que hacer un esfuerzo por recuperar el control de la propia vida y en consecuencia de las propias decisiones.
Para tomar decisiones coherentes con quiénes somos hay que desarrollar un barómetro interior que te vaya indicando cuándo estás alineado y cuándo no. Pero antes debemos hacernos algunas preguntas relevantes. ¿Cuál es mi aspiración como madre o padre? ¿Qué valores son los más importantes para inculcar en mi familia? ¿Qué quiero modelar como educador?
Los beneficios de aumentar nuestra confianza como padres son una mayor satisfacción personal, ser modelos de una vida auténtica, más autoridad, creatividad y energía. Es tiempo de recuperar nuestra identidad parental.
Una clara identidad parental se desarrolla en el encuentro con uno mismo y la reflexión pausada. Hay que darse tiempo y espacio para hacer ésto.
Tres cualidades de una identidad parental clara:
1. Constancia y determinación
Nos permite aceptar en nuestra vida todo aquello que nos apoya en nuestros valores y aspiraciones y a aprender a decir no libremente a todo aquello que no ayuda. Al ser consistentes con nuestros valores empezamos a pasar más tiempo haciendo las cosas que nos agradan y nutren, eliminamos aquello que nos quita energía y por ende, crece nuestra satisfacción con la familia que tenemos, eliminando la sensación de que nunca alcanzamos lo que queremos.
Hay que tener claro que no hay una sola forma de ser un buen padre o madre y que los hijos no necesitan que seamos perfectos o que les demos todo. Los niños necesitan padres suficientes, que logran satisfacer sus necesidades.
¿Qué necesitan los niños?
2. Padres predecibles. Piensa que te tienes que ir a vivir a otro país, con otro clima, otro idioma y donde no conoces a nadie. ¿Cómo te sentirías? ¿Quisieras contar con algún amigo que te guíe por la ciudad y sus costumbres? ¿Qué aumentaría tu confianza en esa situación? Los niños, desde que nacen, viven fuertes cambios constantemente. Salen del vientre materno, dejan de mamar y pasan a comer comida sólida, dejan la mamadera, aprenden a gatear, a caminar, a hablar, pasan a la sala cuna, luego al jardín, al colegio, entran en la adolescencia con todos los cambios que ellos significa, etc. En realidad la vida siempre implica cambios, pero necesitamos una cierta estructura u organización que nos permita una estabilidad de base, que facilita el cambio y la flexibilidad.
Cómo adultos tenemos la capacidad de imaginar y planificar, los niños pequeños no. Por eso a ellos les pueden afectar enormemente los cambios, que para nosotros son nada. El que nosotros seamos capaces de organizar su ambiente de forma predecible (pero no inflexible), les ayuda a transitar en todos sus cambios sobre una base sólida. Las rutinas diarias de comida, baño, sueño, son una forma de dar estructura, pero también nuestra forma de interactuar frente a distintas situaciones, la disponibilidad y la coherencia en nuestro actuar le dan estructura a los adolescentes. Cuando los padres se enojan mucho porque llegó tarde, y al día siguiente le da lo mismo. O cuando lo castigo porque se hizo pipí, pero después le doy premios si no se hace, etc.
Así mostramos inseguridad y eso se traspasa. El niño está en un estado de alerta constante porque no sabe cómo van a reaccionar sus cuidadores y empieza a sentir que no es capaz de interactuar adecuadamente con quienes le rodean. Ellos no pueden pensar, «probablemente hoy no ha sido un buen día para mi papá», ni pueden hacerse cargo de forma 100% autónoma de satisfacer sus necesidades básicas de alimentación o higiene. Los adolescentes quedan a la deriva y a merced de las influencias de externas sin un guía que los ayude a transitar hacia la adultez.
Esto no significa que tengamos que ser inflexibles, Cuando hay ciertos patrones de respuesta más predecibles van haciendo asociaciones que después podrán reflexionar como causa efecto. Para los más grandes nos volvemos personas confiables y referentes.
3. Padres que permiten las equivocaciones. El crecimiento y el desarrollo, no sólo de cada persona, sino de nuestra especie humana, se basa fuertemente en el ensayo y el error. Cuántos modelos de ruedas tuvieron que hacerse y probarse antes de llegar a la que conocemos hoy, piensa en todo el trabajo y todos los intentos fracasados qué hay detrás de cada éxito, logro, avance o descubrimiento. Nuestros hijos, tienen que aprender y lograr muchas cosas a lo largo de su desarrollo.
Las guaguas nacen sin temor a equivocarse. Al observarlas notamos como una guagua intenta una y otra vez de encajar una pieza en su lugar, agarrar un juguete, darse vuelta, etc. A medida que van creciendo, por diferentes razones, los adultos vamos limitando este espacio de exploración, y nos hacemos menos tolerantes a los errores. En ocasiones podemos ser hasta implacables con equivocaciones que hasta nosotros como adultos cometemos. Si es primera vez que tu hijo está intentando ponerse su ropa, no podemos enojarnos si se la pone al revés. O si recién empieza a tomar en vaso, es probable que derrame, que se le caiga. Si aún no aprende a organizarse con sus tareas, habrá que ayudarlo y enseñarle más que criticar. Si pierde el celular, si se olvida de las tareas, etc.
Los padres confiados no tienen miedo al error y a la equivocación, porque saben que es lo natural para el aprendizaje, es más, valoran la falla, porque es la oportunidad de aprender a hacerlo mejor la próxima vez.
La confianza que da tener una sólida estructura con espacio para el error, permite ser flexible. Normalmente padres muy autoritarios e inflexibles, demuestran mucha inseguridad, porque significa que no saben manejar lo inesperado. Todos sabemos lo incierta que puede ser la vida. Hoy hubo más tráfico de lo habitual, llegamos más tarde y en realidad estás exhausta, podemos dejar el baño por hoy y no pasa nada. O tu hijo amaneció con fiebre, bueno a lo mejor lo puedo dejar que no coma los vegetales. Estamos viendo una película y disfrutando juntos, puede acostarse media hora más tarde. Ejemplos hay miles, la flexibilidad muestra la compasión con los hijos y con uno mismo también.
Esto disminuye progresivamente la resistencia de los niños a cooperar, por eso ganamos autoridad. También la consistencia de nuestro actuar y decisiones les da una clara señal de que sabemos lo que queremos, que lo que les pedimos es razonable y hay algún fundamento detrás.
Pero no se trata de no tener dudas también. Todos hemos experimentado la inseguridad en nosotros mismos. Especialmente cuando nuestro instinto no calza con las expectativas de los padres perfectos.. No podemos esconder nuestras dudas de los niños, si podemos mostrar que la incertidumbre es parte de la vida y cómo salir de ese sentimiento incómodo a través de la reflexión.
Lo importante es mantener la coherencia e integridad con aquellos valores más importantes y que queremos enseñar.
¿Hay alguien que admires por su integridad? ¿Has tomado alguna vez una decisión difícil para defender tus valores? ¿Cómo te sentiste después?
Ante las miles de decisiones que tenemos que tomar cada día, no caer en la tentación de tener respuestas inmediatas, tienes derecho a tomarte tu tiempo para decidir. Esta es una forma de sentirse más satisfecho con las opciones que tomamos. Tomarnos el tiempo de hablar con los hijos de por qué se toman las decisiones es parte del desarrollo del pensamiento crítico.
¿Qué beneficios nos da la confianza?
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Menos estrés. Cuando educamos con confianza y seguridad estamos enfocados en lo que para nosotros es más importante, y esto puede ser diferente en cada familia. Cuando estamos enfocados en nuestros propios valores, creencias y objetivos tratamos de ser auténticos, dejamos de lado la presión por ser padres perfectos
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Hijos con coraje. Cuando los niños sienten esa seguridad, saben lo que va a ocurrir, sienten que equivocarse es parte normal de la vida lo que aumenta su creatividad y si cuentan con padres presentes, colaboran más. La confianza que les damos les permite contribuir sin temor a ser criticados.
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Disfrutas más tu paternidad. A veces la crianza se transforma en una carga muy pesada, porque implica taaaaantas exigencias y expectativas, que supera la capacidad de cualquier ser humano. Cuando con confianza te enfocas en tus prioridades y las necesidades de TUS hijos, te liberas de muchas cosas que no necesitas y empiezas a vivir tu paternidad o maternidad con más alegría. Además, los padres seguros tienen la mirada puesta en el largo plazo, no se angustian con los traspiés o las dificultades presentes, confían en el proceso de sus hijos, y por eso tienen menos emociones negativas.
¿Qué factores disminuyen nuestra confianza?
1. Altas exigencias. El temor a los juicios de los demás es un fuerte inhibidor de la confianza, porque al empezar a tomar decisiones para satisfacer a otros dejamos de escuchar nuestras propias voces interiores. Ya no miro la necesidad de mis hijos y las mías, sino que hago lo que otros me dicen. Dejo de lado mis prioridades. Esto no significa no oír consejos ni desatender a lo que me puedan decir en el colegio, pero para tomar bien los consejos y orientaciones, tengo que tener claro qué quiero yo como mamá o papá. Hoy en día por ejemplo, la lactancia materna, para muchas mujeres es terrible, porque por todas partes se fomenta y se mira mal a la mujer que le cuesta, que no puede o que por sus circunstancias ha decidido no amamantar. Obviamente es muy recomendable hacerlo, pero puede haber circunstancias en que es legítimo tomar otros decisión. A los padres se les pide mucho y se les culpa de todo, pero reciben muy poca ayuda
2. Demasiada información. Está bien informarse, por supuesto, pero hay que saber elegir. Desde el consultorio, en internet, en el matinal, en el diario, la radio, se habla de cómo educar, cómo comer, cómo enseñar, cómo esto y lo otro. Un día te dicen la leche hace mal, al día siguiente otro gurú dice que hace bien. ¿Cómo distinguir qué es lo que me puede ayudar a mí? Eso requiere conectarse con uno mismo y con las necesidades de tus hijos.
3. Falta de autocuidado. ¿Cuánto tiempo te dedicas a tí mismo? ¿Cómo está el sueño y la alimentación? ¿Tienes algún tipo de práctica espiritual que te ayude? Nadie nos va a poner en primer lugar, eso es algo que cada uno tiene que hacer. Es difícil, pareciera que no hay tiempo pero el autocuidado pasa por analizar qué cosas me hacen daño y tomar la decisión de dejar de hacerlas. A su vez aumentar lo que me hace bien. Poco a poco, ayuda a estar menos estresado y más tranquilo y por eso tomamos mejores decisiones. Educar requiere mucha energía.
Ideas para desarrollar una clara identidad parental:
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Habla sobre este tema periódicamente, con la pareja, con amigos.
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Cultiva la gratitud por todo lo que tienes, y especialmente por las fortalezas de tus hijos y tu familia.
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Toma tiempo para retirarte y reflexionar
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Toma conciencia de las exigencias que te agobian y que te desenfocan de tus prioridades.
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Observa cómo vas recuperando tu confianza y celebra, prémiate para seguir adelante.
Observar a un bebé explorando su ambiente, o un niño jugando con objetos simples es para maravillarse. Si nos fijamos bien, veremos intención, foco, perseverancia, creatividad, ingenio, asombro y una motivación innata por interactuar con el mundo.
Este tipo de motivación se llama intrínseca, es el motor que nos impulsa desde nuestro ser más auténtico hacia actividades que nos parecen gratificantes y desafiantes al mismo tiempo. Está presente cuando tenemos un propósito o cuando nos dedicamos en nuestro trabajo a desarrollar nuestra vocación.
Se ha descubierto que el comportamiento guiado por la motivación intrínseca, no sólo produce satisfacción y placer, sino que incrementa los niveles de bienestar físico y psicológico y mejora el desempeño en tareas complejas y en aquellas que requieren creatividad.
Si bien es algo innato en el ser humano desde que nace, está condicionada por el ambiente en que este nuevo ser crezca. Para que la motivación se mantenga es necesario satisfacer tres necesidades básicas humanas, tal como lo demuestran los autores Edward Deci y Richard Ryan en sus más de treinta años investigando las sutilezas de la motivación en el comportamiento humano.
Estas necesidades son tres: autonomía, competencia y vínculos.
La primera se refiere a la necesidad de autorregular las propias experiencias, tener el control de sus acciones desde adentro, sin controles externos. Por ejemplo, determinar qué hacer, cuándo, dónde o cómo. En los niños puede significar desde elegir su propia ropa, decidir qué deporte practicar o cómo hacer su tarea. En adolescentes, elegir a sus amigos o elegir una carrera. Para satisfacer esta necesidad hay que crear ambientes donde los niños puedan expresarse y usar con ellos un lenguaje que les permita aprender la información que necesitan para actuar, más que un lenguaje controlador. Ofrecerles alternativas sobre cómo quieren hacer las cosas, pero no como amenazas. Por ejemplo, en vez de “o te pones el polar o no vas a la plaza” se puede decir “hoy día hace mucho frío, puedes ir a la plaza con el polar puesto o lo llevamos por si más tarde te lo quieres poner.”
La competencia se refiere a sentirse capaz y al desarrollo de las propias fortalezas y habilidades, sentirse efectivo y con maestría. Para satisfacer esta necesidad los niños necesitan reglas claras y adecuadas a lo que ellos pueden, así como información constante sobre lo que están haciendo bien. A veces, los adultos creemos que explicarles cada norma nos hace perder autoridad, sin embargo los estudios indican que los niños cooperan mucho más cuando entienden por qué se les pide algo, y por supuesto, si su colaboración es valorada con aprecio y cariño. La crítica constante a sus acciones es la forma más directa de matar la motivación intrínseca.
Los vínculos positivos ayudan a generar un sentido de pertenencia y aceptación, así como la capacidad de contribuir, esta es una necesidad humana básica que nos permite confiar en otros y colaborar, lo que tiene un valor evolutivo importante, tal como se ha visto en estudios transculturales.
Obviamente no todos nuestros comportamientos pueden ser intrínsecos y muchas veces tenemos que hacer cosas que no nos gustan.
Alejandra Ibieta I,
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.talleresama.cl
Read moreEste domingo, 12 de agosto, se celebró el día internacional de la juventud e invito a los adultos a felicitar a todos los adolescentes y darles las gracias por cuestionar, movilizar a la sociedad y por la pasión que muestran cuando tienen un propósito.
También pedirles perdón, porque no se merecen las etiquetas que les ponemos. Adolescencia no significa adolecer de algo, como comúnmente se cree. Es una palabra cuya raíz latina es adolescere y que significa estar en crecimiento. La etapa del desarrollo en la que están, tiene el potencial para ser una época de inmenso bienestar, lo que demuestran una enorme cantidad de jóvenes que florecen.
Algo que destaca en estos adolescentes ejemplares es su compromiso con un propósito. El propósito es, según el psicólogo de la Universidad de Stanford, William Damon, “la intención estable y generalizada de alcanzar algo significativo para la persona, y que al mismo tiempo la lleva a un involucramiento con algún aspecto del mundo más allá de sí misma”. Para Erik Erikson, es también un signo claro del logro de una sana Identidad, lo que considera la principal tarea de la adolescencia. “Somos lo que queremos.”
Tener un propósito, según estudios en psicología positiva, ayuda a prevenir la depresión, la ansiedad, el aburrimiento y el suicidio, y a mejorar el manejo del estrés, tener más esperanza, optimismo y resiliencia. Un adolescente con propósito, no solo tiene más probabilidades de ser exitoso en lo que se proponga, sino que será muy feliz, porque estará usando sus fortalezas para contribuir con alguna necesidad del mundo, dos elementos centrales para el bienestar.
Sin embargo, según una serie de investigaciones, solo un 25% de los adolescentes logra encontrar un propósito antes de ser adultos, y un no menor 20%, nunca encuentra ni un atisbo de propósito. Ellos son los más vulnerables a las conductas de riesgo y comportamientos antisociales.
¿Y qué pueden hacer los padres para ayudarlos a encontrar un propósito?
Primero, Cambiar el foco de atención, dejando de mirar todo lo que no les gusta de su hijo hacia sus fortalezas. Y desde lo que ellos esperan que logre, hacia lo que él o ella aspira, desde sus intereses.
Segundo, escucharlo, sin tratar de solucionarle los problemas ni darle consejos no solicitados, sino valorando sus ideas y opiniones, aunque sean diferentes.
Tercero, reflexionar juntos sobre las experiencias positivas que vive en su colegio o actividades extra programáticas o que puedan ser un gatillante de un posible propósito, observando las habilidades que usó, cómo se sintió, qué más podría hacer. Y también reflexionar juntos acerca del futuro, hablando de cómo se imagina su vida, qué piensa hacer para lograr sus metas y así desarrollar una función ejecutiva, tal vez la más elevada, que es prospectar el futuro. Los seres humanos somos los únicos animales que podemos imaginar nuestro futuro.
Por último, compartir con él o ella sus propósitos y objetivos de vida. Las historias de su vocación, lo que disfrutan de la vida, lo que les dé sentido y felicidad.
El Sloan Study of Youth and Social Development, reveló que los adolescentes no tienen referentes adultos, más que cantantes y deportistas famosos. De hecho es sorprendente el alto porcentaje que aspira a tener carreras que los lleven a tener fama y dinero, sabiendo que las probabilidades de lograrlo son tan escasas. Ese es su modelo de felicidad porque el 99% de los adultos ordinarios les parecemos tremendamente aburridos.
Pero lo más importante es que los padres entiendan que un propósito jamás puede ser impuesto desde afuera, sino deja de ser un propósito. La motivación intrínseca es lo que lo define. Por eso, los padres tienen que ser como un portaaviones, es decir, una base de lanzamiento para que los aviones salgan a sus misiones de forma autónoma. Y cuando necesiten volver, encuentren fácilmente el camino gracias a las claras coordenadas de ubicación y porque el portaaviones siempre está disponible.
Celebra con tu adolescente este día, y dile lo valioso que es para ti.
Alejandra Ibieta I,
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.talleresama.cl