Tu actitud lo cambia todo

Uno es todo lo feliz que previamente se lo a propuesto ser. ¿Cuanto te has propuesto ser feliz tú? Piénsalo, mucho, poco, tal vez te conformas… Más vale lo malo conocido a lo bueno por conocer…

En muchas ocasiones vamos con una actitud negativa o limitante (yo prefiero llamarlo limitante, ya que todo tiene una intención positiva para nosotros)

¿Que quiere decir que nos movemos con esa actitud limitante? Pues por ejemplo, en muchos casos se nos ha enseñado a esperar lo peor de las situaciones, ya que de esta manera no te llevas una desilusión.

Pero esto que aparentemente tiene su lógica, ya que sino por el contrario te llevarás una sorpresa, en realidad es un arma de doble filo.

Hemos dicho al comienzo que nosotros somos los que creamos nuestra felicidad, con lo cual estamos creando constantemente la realidad, dependiendo de dónde esta puesto nuestro foco.

 

¿Qué quiere decir todo esto?

Como bien dice Jackson Adam con este ejercicio ocurre lo siguiente:

Una persona, entra en una habitación, en la cual debe buscar y memorizar objetos de color azul, ya que cuando salga deberá decir todos los posibles. Pero ¿cual es su sorpresa al salir? Que la pregunta no es cuantos objetos azules hay en la habitación, sino cuantos objetos rojos.

Realmente aunque tiene un leve recuerdo de algún objeto rojo, no hay demasiados.

Cuando vuelve a entrar en la habitación para observar y ver realmente cuantos objetos rojos hay, descubre que ¡hay más objetos rojos que azules! ¿Cómo podía ser posible que no se hubiera dado cuenta? Es tan simple como que el foco está en puesto en los objetos azules.

En nuestra vida, ocurre realmente lo mismo. Si nuestro foco está puesto en lo negativo, en lo malo que nos puede pasar, esperando siempre lo peor para no llevarnos esa desilusión, probablemente estemos dejando a un lado todo lo bueno que está pasando a nuestro alrededor.

Te invito a poner el foco en lo bueno, en todas las cosas maravillosas que ocurren a lo largo del día, cosas a las que ni siquiera le damos importancia porque es algo que tenemos integrado.

Una manera fácil y sencilla para comenzar a cambiar nuestra actitud es cambiar la pregunta ¿Por qué me pasa esto a mí? (Que bajo mi punto de vista, se encierra en el victimismo, y deja de un lado tu poder personal) a ¿Para qué me pasa esto a mí? ¿Qué puedo aprender de todo ésto? ¿Qué hay de bueno en esta situación? Y si no encontramos que hay de bueno, le preguntamos a la mente: Si en esta situación hubiera algo buen, ¿Qué sería? 

Nuestra mente tiene horror al vacío, por lo que siempre buscará una respuesta. Además con estas preguntas nos vamos al futuro, a la búsqueda de soluciones que siempre es mejor, bajo mi punto de vista, que regocijarse en el pasado y en el victimismo.

Extracto del curso Experto en Estrategias Emocionales

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Miriam Simón

Tutora, Psicoterapeuta y Coach

www.recorretucaminointerior.com

 

 Extraido de www.institutodraco.com

 

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Cuesta estar bien

Si todos nos ponemos a pensar en que nos pasa por la cabeza y por el cuerpo cuando estamos bien, nos sorprenderá darnos cuenta de todo lo negativo que ocurre en esos maravillosos momentos.
Basta tener paz y tranquilidad para que una enorme cantidad de personas empiece a sentir miedo e inquietud y esto como consecuencia de muchos pensamientos negativos que nos inundan.
“Será que algo malo me va a pasar”, “ lo bueno dura poco”, “estoy tan feliz que me asusto” y muchas frases más
mandatadas desde la infancia y por supuesto desde la cultura.
Es que nos enseñaron que estar bien era transitorio y estar mal era mucho más permanente.
El conectar con el bienestar pasa necesariamente con el merecimiento de nuestras propias acciones y con trabajar concientemente por mantener lo bien que nos sentimos.
Seguramente tu que estás leyendo la columna, me podrás contestar que estás bien o no, dependiendo de la definición que tengas de ese estado.
Si tienes la definición tradicional que para decir que estamos bien, debemos estar sin problemas, el porcentaje de personas que puede responder que si, es muy muy bajo.
En cambio si tu definición de estar bien tiene que ver con la mirada y la interpretación de tu realidad y que se puede y se debe estar bien, con los problemas, entonces el número de personas que contestará que si, aumenta notoriamente.
Cuando se piensa que el estar bien depende de mi mirada y no de los problemas que enfrentamos, entonces este acto queda en mis manos y en mi responsabilidad y por lo tanto durará lo que dure mi mirada de la situación sin pretender que los problemas desaparezcan.
Con todo lo que estamos viviendo en estos tiempos donde todo parece tan incierto y amenazante de lo que tenemos que ocuparnos es de tener silencio interno para enfrentar las tormentas de afuera y lo que debemos evitar es que nuestra tormenta interior se confunda con lo de afuera y así perder el único control que nos queda, que es nuestra propia actitud.
Es aquí donde está el secreto del estar bien y por mucho tiempo, en el silencio interno y en mirar la tormenta de afuera desde el lugar que podamos con pies firmes pero cuerpo flexible para transitarla y así entender que se puede estar bien si uno coloca distancia, disfruta el presente, y agradece lo que se tiene y no se centra en lo que falta.
Sin duda esto no parece ser suficiente, porque igual nuestra cabeza traicionera nos llevará a aquellas definiciones que nos harán pensar que estar bien es no tener problemas, que el estar bien es transitorio y todo lo que hemos aprendido en esta cultura del sufrimiento.
Estar bien, es una conquista diaria no solo con lo que nos pasa afuera, sino que sobre todo con lo que nos pasa adentro de nuestras cabezas, la cual siempre estará dispuesta a boicotear cada uno de nuestros avances.
Aprendamos a definir estar bien con problemas y no sin ellos, aprendamos y entendamos que estar bien es un tema de actitud y no de realidades adversas y sobre todo sintamos que el estar bien es una conquista que se trabaja un día a la vez y que se puede hacer todos los días para sentir La Paz del trabajo realizado.
Los invito a estar bien, a conquistar ese estado y a no tener miedo de mantenerlo.
 Pilar Sordo – Psicóloga
Foto portada:  de Lucas Pezeta en Pexels
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Ser amable

¿De verdad es más dificil ser amable que no serlo…? Esta mañana he ido a por antibiótico para mi hijo a la farmacia al lado de casa, iba un poco agobiada porque el pobre tenía mucha fiebre y unas placas del tamaño de Alaska. Tuve una videoconsulta con una pediatra que colgó la receta en mi web personal de Sanitas.

Cuando llegué, de muy malos modos, la farmacéutica me dijo «Esto está mal, ¡así no se hace!» y sin mucha mas explicación me dijo que no me daba el antibiótico pese a mi cara de desesperación. Me fui a otra farmacia donde me atendieron con una sonrisa y me dieron todas las facilidades. Les enseñé la receta en la web y me explicaron que la necesitaban físicamente que si me era mas sencillo se la podía mandar por mail o por whatsapp.

¿La diferencia? Ganar o perder un cliente, ganar o perder reputación e, incluso, sentirse mejor o peor consigo mismo.

Esto me ha pasado hoy en una farmacia, pero sucede continuamente en las empresas. No lo dudes. Siempre te aporta más hacer la vida más fácil a los demás. La aptitud es importante pero la actitud es lo que marca la diferencia.

Sé simpático, a nadie le gusta trabajar con un cenicero.

 

 

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Soft skills ¿para directivos?

El empresario tiene necesidad no solo de conocer técnicas y herramientas para tomar decisiones más acertadas, sino también de otras habilidades subjetivas que matizan y dan el verdadero contraste a su quehacer directivo.

El alto directivo de empresas, ¿debería preocuparse por tener habilidades blandas? ¿O eso es algo que solo se busca en quienes van a hacer un proceso de selección para mandos medios y puestos operativos?

De un tiempo acá, se habla de las hard skills como las habilidades técnicas –genéricas, medibles– que todo profesional debe tener para realizar de manera eficaz su trabajo, y de las soft skills como las habilidades subjetivas e intangibles de relacionamiento –específicas, difíciles de medir– que debe desarrollar para hacerlo de manera eficiente.

Precisamente porque este es el concepto que casi todos tenemos, decidí investigar si hay habilidades blandas específicas para que un directivo tome decisiones más acertadas.

La toma de decisiones es un proceso intelectual humano que hacemos de manera innata y lo realizamos cada vez mejor por la experiencia que vamos adquiriendo en situaciones previas. Por ejemplo, si voy en mi auto y llego a un semáforo en rojo, decido detenerme porque un aprendizaje anterior me ha enseñado que debo hacer eso; y cuando se enciende la luz verde, reinicio la marcha. Pero si previamente he tenido la experiencia, propia o de otro, que en esa esquina un carro que venía por la calle transversal no se detuvo y chocó a quien tenía luz verde para pasar, miraré a ambos lados de la calle para asegurarme de que la situación es segura para reiniciar la marcha. Este proceso de toma de decisiones sencillas ha sido estudiado y desarrollado por filósofos, sicólogos y educadores para llevarlo a decisiones más complejas como las que se dan en la empresa. Uno de estos caminos es el Critical Thinking o Pensamiento Crítico.

 

Edward Glaser, estudioso de este enfoque, definió el Critical Thinking como “una actitud para disponerse a considerar, de manera reflexiva, el problema y temas que entran dentro del rango de la propia experiencia, utilizando métodos de investigación y razonamiento lógicos y alguna habilidad para aplicar estos métodos”. Glaser considera que “el pensamiento crítico exige un esfuerzo persistente para examinar cualquier conocimiento a la luz de la evidencia que lo respalda y las conclusiones a las que tiende”. Por tanto, el pensador crítico debe buscar adquirir habilidades como la interpretación de datos, análisis de hechos y juicios, evaluación de alternativas y finalmente, la comunicación y explicación del plan de acción. Y es precisamente este camino por el cual los directivos deben enrumbar la toma de decisiones empresariales: pensar en consideraciones relevantes distintas de las presentadas, mirar temas desde diferentes puntos de vista, imaginar escenarios alternativos, y finalmente, actuar con decisión.

 

¿Y las habilidades duras dónde quedan? Pues son igual de importantes. No es posible tomar decisiones acertadas si no se hacen bien los cálculos numéricos, si no se sabe de cuánto dinero estamos hablando en un determinado negocio. Pero todo esto es parte de las herramientas que el directivo tiene a su disposición para el análisis del contexto en el proceso decisional. Y es aquí donde se ve claramente la necesidad de las habilidades blandas que matizan y dan el verdadero contraste a las decisiones: los criterios no numéricos, como la calidad, la estrategia empresarial, la cultura de la empresa, la responsabilidad social. Y más allá de ellos, están los valores propios que el empresario busca en su vida para sí mismo, para su familia y para la sociedad.

 

Pero ¿cuáles son estos valores fundamentales que el directivo debe buscar desarrollar no solo como pensador crítico sino como persona? Son la prudencia para analizar los hechos; la templanza para dar el justo peso a los criterios de decisión; la fortaleza para tomar decisiones y actuar; y finalmente, la justicia para juzgar y dar a cada uno lo que le corresponde.

 

En resumen, para un directivo es importante ser eficaz y eficiente: “siempre hacer los números” y recordar que si se pone un negocio no es para perder dinero sino para ganar, pero también se debe considerar otros criterios no numéricos en las decisiones y que, si no se desarrollan las habilidades de empatía, comunicación, liderazgo, innovación, entre otras, será muy difícil conseguir que otros se alineen y juntos puedan realizar buenos negocios. Pero eso no es todo: el directivo debe además ser consistente porque si no busca el bien para su familia y para la sociedad, no encontrará nunca el bien para sí mismo.

 

 

LA AUTORA

Patricia León González es máster en Dirección de Empresas MBA por el IDE Business School, Ecuador, y licenciada en Sistemas de Información por la Escuela Superior Politécnica del Litoral. Es directora de Desarrollo Institucional del IDE Business School y editora general de Revista Perspectiva.

https://perspectiva.ide.edu.ec

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Las emociones también nos enseñan

Las emociones existen para ayudarnos a movilizarnos y salir de un estado que nos podría estar haciendo mal; cuando uno siente algo inmediatamente realiza un movimiento con el cuerpo, si estoy feliz me expando y abro los brazos o se me infla el pecho, si estoy enojado me encorvo y me aprieto y achico, me repliego.. Es por eso que si deseamos que nuestros hijos se muevan, estudien con ganas y salgan de esa parsimonia o estado de pseudoparalisis, es que necesito hacerlos sentir para que despierten y se motiven.
En el inicio de cada sesión con mis alumnos yo les pregunto cómo se sienten o cómo se han sentido los últimos días, respecto del colegio, de sus compañeros, profesores, cómo se sienten en tal o cual asignatura, cómo se sienten frente a sus padres, hermanos, para llevar un registro de sus emociones y hacerlos saber y reconocer bien qué es lo que sienten respecto de todos los factores relacionados con el proceso de enseñanza aprendizaje; pues es precisamente el factor afectivo el que en muchos casos interfiere en el proceso de aprender.
 
 
 
Mi intención esta vez es sugerirle a estos padres y madres que se han debido transformar en profesores de sus hijos y que podrían estar algo complicados al momento de estimular e interesar a sus hijos a trabajar y realizar sus teletareas de manera responsable y activa, que en cualquier instancia del día y del encierro les vayan preguntando cómo se van sintiendo, pudiendo incluso registrarlo en un “emoticario” y de ese modo ir entendiendo qué les pasa cuando deben “ir al telecolegio”. De esa manera podrán como padres entenderlos mejor y ser mas asertivos con la ayuda y con los comentarios que les hagan respecto del desempeño o actitud que tengan sus hijos hacia el aprendizaje.
 
Si yo entiendo que estoy confundido pero no molesto, o que estoy interesada pero no feliz, podré aprovechar esa emoción para hacer algo, para trabajarla, pues en el caso de una emoción negativa, no es ideal mantenerla de forma sostenida, la vamos ocultando y se podría transformar en discusión con alguien que no tiene nada que ver con el problema emocional raíz o somatizar y llegar a quitar el apetito, o rechazo inquiebrantable frente a esta nueva modalidad de clases.
 
Se sabe gracias a las neurociencias, que uno primero siente en el cuerpo una emoción luego la razonalizo y la defino. Se recibe un input que proviene del exterior (actúa el sistema nervioso autónomo), luego llevo ese mensaje a un nivel consciente a un nivel de pensamiento -por asociación- y le pongo un nombre al input por ejemplo: tengo miedo. Pero en realidad lo que se siente no es miedo, fue mi cuerpo el que sintió algo muy parecido a una vez que tuve miedo y mi memoria -por asociación- y razonamiento le llamaron, a este nuevo input muy similar, miedo, debido a que sentí lo mismo que sentí alguna vez. Las emociones se sienten primero en el cuerpo, luego el razonamiento les pone el nombre a la emoción. Veo un león en la calle, suceden una cantidad enorme de reacciones químicas en mi cuerpo, luego mi amígdala e hipocampo trabajan y reconozco que lo que siento es miedo (tengo miedo porque se me paralizó el corazón, y no al revés, no se me paraliza el corazón porque tengo miedo.)
 
Es el cuerpo el que siente la emoción primero por seguidilla de reacciones fisicoquímicas, a eso yo llamaría primero movimiento. Luego al etiquetarlo, reacciono con otra acción, corro si fuera miedo, abrazo si fuera emoción o tristeza, saltar, si fuera dolor, distanciamiento o desatención si fuera aburrimiento, llanto si fuera desesperación, sueño si fuera cansancio, impulsividad o pataleta si fuera enojo. a esto llamaremos segundo movimiento.
Una vez que ya hubo reacción fisicoquímica, que ya hubo movimiento, vendrá el tercer nivel de movilización, la que se hace consciente, esta emoción viene a decirme algo, qué puedo aprender, cómo corregir lo que esta emoción me está indicando, es ahí donde debemos llegar, a hacer algo con la emoción que logran definir nuestros hijos con el registro de las respuestas de cada vez que les preguntemos cómo se sienten.
Tenemos el poder de cambiar lo que sentimos, lo que vivimos, lo que no nos gusta y generar otra realidad. Si me duele el cuerpo cuando hacemos las tareas, será que debo cambiar la altura de la silla, del escritorio, de la tela del asiento, de la luz de la pantalla, etc. Si siento aburrimiento, será porque no escucho bien, revisaremos el audífono o el ruido que podría haber en la pieza, o podría ser que la clase es muy lenta o muy complicada? Si siento vergüenza será que la profesora alguna vez me ridiculizó o un compañero se burló de mi respuesta? Para eliminar una emoción que no nos gusta debemos identificarla lo mas precisa posible y hacer algo con ella, movilizarnos para cambiar, si las vamos acumulando terminará siendo un problema de cabecera, y bola de nieve. Ahora a movernos!!
Claudia Pastene – Psicopedagoga – Conoce más de Claudia aqui

Imagen de portada : Photo by Andre Guerra on Unsplash

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No es lo “que” dijo, sino “cómo” lo dijo

Esta frase, que parece sacada de un melodrama, es dicha todos los días en los ambientes más diversos, pero sobre todo en el mundo laboral.

Kim Scott —cofundadora de Candor Inc., empresa dedicada a ayudar a las personas a tener mejores relaciones en el trabajo— quien colaboró en Google con Sheryl Sandberg —actual directora ejecutiva de Facebook y antes Vicepresidenta en Google—, recordaba la ocasión en que recibió de esta última un comentario franco sobre su estilo de presentación: “Cuando dices ‘um’ cada tres palabras, eso te hace ver como una tonta”. A Scott esto la descolocó, pero pudo manejar el comentario porque conocía a Sandberg y sabía que se preocupaba por ella a nivel personal por la buena relación que existía entre ambas. Sin embargo, con otra persona, este comentario habría tenido un efecto totalmente contraproducente.

¿Se puede ser francos con nuestros colaboradores y, al mismo tiempo, mostrar interés? Emma Seppala, directora del Centro de Investigación y Educación sobre Compasión y Altruismo de Stanford University, y Kim Cameron, profesora de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, nos ofrecen tres formas en que los directivos pueden dar consejos sinceros y constructivos:

Más comentarios positivos que negativos. Para estas expertas, en las organizaciones con alto desempeño se emiten aproximadamente cinco declaraciones positivas por cada declaración negativa. Se puede corregir a los colaboradores, incluso criticarlos o enfrentarlos, pero debería hacerse en un contexto positivo. Los resultados serán mejores y mantendrán la moral y la participación.

Comunicar las fortalezas más que las debilidades. Normalmente tendemos a enfocarnos en la retroalimentación crítica, sobre todo cuando estamos enojados, y restamos importancia a las fortalezas que tienen nuestros colaboradores. Empezar una crítica diciendo las cosas buenas conseguidas para luego pasar a lo que se puede mejorar tendrá un efecto más preciso, eficaz y duradero.

Objetividad en todo momento. Ante un evento negativo, describa la situación problemática en lugar de evaluarla; identifique las consecuencias objetivas del evento en lugar de echar culpas, y sugiera alternativas aceptables en lugar de discutir sobre quién tiene la razón.

Al final, importa lo que se dice y cómo se dice. Pero un tono positivo y conciliador siempre tendrá más probabilidades de conseguir el cambio de actitud que buscamos.

Autor: Patricia León Gonzalez

Extraido de Revista Perspectiva

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Comportarse, simplemente, como un ser humano

Pocas veces las personas se paran a reflexionar sobre su verdadera naturaleza ni a hacerse preguntas sobre lo realmente importante en la vida. En general, esas preguntas solo aparecen ante crisis o reveses, ante los cuales seguir instalados en la rutina como si la existencia se redujera simplemente a eso, ya no resulta posible.

Quizás debiéramos aprovechar aprendizajes ajenos a través del ejemplo de otras personas, antes de vernos sumidos en una emergencia, y vernos forzados a sacar lecciones y tener que demostrar quiénes somos de verdad. A veces resulta más fácil comprender nuestras propias capacidades a través de la historia de otra persona, especialmente si la historia de esa persona es impactante. Un claro ejemplo de esto apareció hace un tiempo en un artículo del New York Times sobre cómo Alemania cambió el nombre de una base militar para honrar a un sargento de la Segunda Guerra Mundial. Este sargento en particular, Anton Schmid, era un electricista austríaco forzado a enrolarse en el ejército alemán durante la guerra, y fue enviado a Lituania. En el verano de 1941, los nazis lanzaron una campaña genocida de asesinatos en masa y deportaciones a campos de exterminio que, en tres años, asesinó sistemáticamente a unos 180.000 judíos, es decir, alrededor del 94% de los judíos que vivían en Lituania.

Schmid, siendo testigo de tan tremenda barbarie, decidió desobedecer a sus oficiales superiores y ayudó a más de 250 hombres, mujeres y niños a escapar, escondiéndolos y proporcionándoles documentos de identificación falsos. Terminaron por descubrirle, le arrestaron y fue ejecutado por los nazis debido a dichos actos.

Las acciones del sargento Schmid revelan el asombro y el dolor de lo que significa comprender la verdadera humanidad que yace en cada uno de nosotros. Mientras estaba en la cárcel esperando ser ejecutado, Schmid le escribió a su esposa el horror de ver a los niños golpeados mientras eran llevados a los guetos para ser fusilados: «Ya sabes, tengo un corazón blando. No podía pensar y tenía que ayudarlos». Estas palabras capturan el repentino florecimiento de una profunda madurez y altruismo, provocados por un reto al que ninguno de nosotros querríamos enfrentarnos jamás. En una de las muchas paradojas que tiene la vida, presenciar los actos de inhumanidad de los nazis fue la oportunidad que permitió que Schmid tuviera un comportamiento de una valentía y generosidad impresionantes.

Este impulso a la ayuda espontánea parece surgir de la esencia de la naturaleza humana. Sucede cada día entre familiares, amigos e incluso entre extraños. Pero la historia de Schmid se destaca porque muy pocos acudieron en ayuda de los judíos de Alemania en esos terribles años, y porque no solo conllevó su muerte, sino que también murió como traidor a los ojos de su gobierno y su país.

«Simplemente me comporté como un ser humano», escribió Schmid en su última carta a su esposa. Ojalá cada uno de nosotros podamos comportarnos con ese coraje, integridad y dignidad cuando nos enfrentemos a los desafíos que se encuentran en el camino de nuestra vida.

Roger Cohen, el periodista que escribió el artículo sobre Schmid, citó al ministro de defensa de Alemania en el discurso de dedicación de la base militar: «No somos libres de elegir nuestra historia, pero podemos elegir los ejemplos que tomamos de esa historia».

¿No se aplica esto igualmente a nuestra historia personal? No podemos elegir muchas cosas de nuestra historia personal: la genética, el azar, las circunstancias de nuestro entorno… Pero sí podemos elegir nuestras acciones, y esas determinarán en quiénes nos convertimos como seres humanos.

Para usar otro ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido escribió: «Nosotros, los que vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas para consolar a los demás, regalando su último pedazo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo puede ser quitado a un hombre, salvo solo una cosa: la última de las libertades humanas, la de elegir tu actitud y tu comportamiento ante cualquier circunstancia». En estos tiempos revueltos donde las personas se dejan arrastrar como si no tuvieran voluntad, estas palabras pueden ser de un valor incalculable.

Autora: Mónica Esgueva

Fuente: El Huffington Post

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La lista que salvó el matrimonio de una mujer

Las relaciones humanas son complicadas. Más aún, si se trata de relaciones de pareja. Nunca terminamos de conocer a esa persona que convive con nosotros. Aunque, vivamos con ella todos los días. Cada día, descubrimos algo nuevo. Bueno o malo. Por lo tanto, no siempre resulta color de rosa la convivencia. Puesto que existen cosas que nos molestan y que muchas veces no soportamos. Nuestra actitud, ante esta situación es de rechazo.

Justamente, este fue el caso de Becky Zerbe una mujer con 29 años de casada. La cual, un día se dio cuenta que no soportaba la convivencia con su marido y tomó la decisión de dejarlo y divorciarse. En las siguientes líneas te contamos todo sobre esta historia de vida…

Antes de ver los errores del otro, debemos ver los propios

Exactamente esto fue lo que hizo Becky. Cuando esta mujer decide abandonar a su marido, simplemente tomó a su bebé y empacó sus cosas. Su determinación de divorciarse era total. Al dejar su hogar decide ir a pasar un tiempo en casa de sus padres. Su madre, una mujer con muchos años de experiencia en lo que respecta a la vida en pareja le propuso realizar un ejercicio, antes de dar por terminado su matrimonio.

El ejercicio consistía en realizar una lista con todos los errores y actitudes negativas que tenía su esposo y que ella ya no soportaba. Al terminar con la lista, la cual fue realizada muy rápidamente y de forma sencilla. La madre le dijo a Becky: Ahora, realiza una lista de tus reacciones y actitudes ante todas esas cosas que te molestan de tu marido.

Una respuesta inimaginable…

Becky, ante cada error del marido tenía una respuesta para nada adecuada. Por ejemplo: Cuando se sonaba la nariz, ella sentía vergüenza de estar a su lado. Cuando no le daba buenos regalos, la reacción de la mujer era hacerse la mártir. Y así con cada una de las cosas que a ella le molestaban.

Entonces, resultaba que Becky también cometía errores al igual que su esposo. Y, seguramente a este le molestaban sus reacciones tanto como a ella las actitudes del otro. Su madre, en ese momento, le dijo a Becky que rompiera la lista que ella había hecho de su compañero y se quedará solo con la lista de sus reacciones ante su marido.

En una relación no existe una única verdad. Esta es relativa y siempre tiene dos caras o puntos de vista. No podemos creer que tenemos en nuestras manos la verdad absoluta, porque estaríamos equivocándonos tanto o más que la otra persona a la que estamos juzgando.

La solución a todos los problemas…

Antes de juzgar o condenar a las personas debemos ponernos en los zapatos de otro. Además, de ver con objetividad los errores que nosotros también cometemos dentro de la relación. Resulta que en un matrimonio o relación de pareja la responsabilidad es compartida y las situaciones se presentan y empeoran gracias al comportamiento de ambos y no de uno solo.

Nada se gana con abordar negativamente y criticar a nuestra pareja. La verdadera solución es la comunicación. Intentar dialogar y entender el porqué de ciertas actitudes es fundamental. Sobre todo, para conocer el grado de responsabilidad que tenemos propiamente en ello. Esto, no significa que debamos echarnos la culpa de todo cuando las cosas andan mal. No. Se trata de saber en qué estamos fallando personalmente y cómo nuestras actitudes erradas están generando reacciones nocivas en la otra persona y viceversa.

Hoy en día, cuando las relaciones parecieran ser efímeras debemos apostar por el amor. Tomarnos en serio nuestro rol dentro del matrimonio y no intentar conseguir la salida fácil. Sino, la verdadera solución del problema. De esta manera, podrás dar siempre lo mejor de ti e intentar que tu pareja también lo haga.  Con una buena actitud se puede superar cualquier crisis y lograr salvar la relación. Tal cual como sucedió con el matrimonio de Becky Zerbe que, a través de esta lista logró superar las adversidades y aprendió una lección de vida que nunca olvidará.

Extraido de: Editorial Phronesis

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No te tomes nada Personal

Nuestro mundo interior se refleja en el exterior

Cuando nos sentimos ofendidos o agredidos por la actitud de alguna persona cercana realmente debemos darnos cuenta que tiene más que ver con nosotros mismos que con la otra persona. Lo que vemos que nos molesta en los otros es algo que está en nosotros mismos. Esto se explica muy bien en la ley del espejo, lo que veo en los otros es algo que me molesta, me falta o me sobra a mi.

En las relaciones tanto familiares como  laborales nos encontramos con situaciones desagradables. Si en el trabajo sentimos que un compañero nos ha dado una mala respuesta, o sentimos que nos intenta dejar mal delante del jefe, entonces debemos ver de qué manera intentamos tratar mal a otras personas o si nos tratamos mal a nosotros. Si algún familiar (normalmente sucede con las suegras) intenta inmiscuirse en nuestra vida de pareja y/o planificar nuestras actividades debemos parar y pensar cómo intentamos inmiscuirnos en la vida de otras personas o si debemos aprender a ser más flexibles, o a respetarnos a nosotros mismos, etc.

Nuestros hermanos, hijos, padres, etc.., son nuestros maestros pues llegan  a nuestra vida para mostrarnos o enseñarnos aquello que debemos sanar, liberar o aquello que nos negamos a ver o no nos permitimos hacer. Si somos personas demasiado permisivas, nos llegarán situaciones o personas intransigentes, intolerantes, o si por el contrario somos nosotros los intolerantes nos llegarán situaciones en las que debamos aprender a ser comprensivos o condescendientes. No se trata de aguantar todo lo que te venga, se trata de aprender de cada situación porque si no lo haces, la vida te estará trayendo lo mismo una y otra vez hasta que hayas “aprendido la lección”.

Piensa que cuando sientes que los otros te han hecho algo que no deberían es porque han actuado según sus valores, creencias o para cubrir una necesidad suya, que no es la misma que la tuya. Por eso también deberás aprender a aceptar a los demás tal y como son y no pretender que sean como tú eres.

Cuando nos encontremos ante una situación en la que nos sentimos incómodos debemos observar y pensar: ¿Qué es lo que esta persona o situación me está mostrando? ¿Qué significa lo que estoy viendo o viviendo?

Sólo así podremos hacer visible lo que está en nuestro interior y que esa persona nos está reflejando con su actitud. Tomando conciencia de lo que debemos solucionar en nosotros, todo cambia. Cambia nuestra percepción de las situaciones. Donde antes veías ofensas, intolerancias, ahora verás oportunidades de cambio, liberación y aprendizaje. Entonces es cuando te das cuenta que no debes tomarte nada personal y que debes agradecer cada situación conflictiva que llegue a ti, porque son las que te estarán mostrando el camino que debes seguir para cambiar y ser mejor persona cada día.

Redacción Instituto Draco

Extraido de www.institutodraco.com

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¿Está la Industria de la Autoayuda realmente Rota?

Si ya pasaste por los libros de autoayuda tipo “El secreto del Secreto de la Ley de la Atracción para pedirle cosas al universo y manifestar tus deseos” …

Habrás descubierto que después de algunos intentos fallidos, empezás a pensar que estás teniendo problemas para manifestar tu realidad, y que la técnica para “atraer” la abundancia y la pareja ideal, le debe estar funcionando a todos menos a vos

¿Está la industria de la autoayuda y el crecimiento personal rota?

Para empezar, cuando se trata de lograr objetivos, no te van a faltar tácticas, gurus, cursos motivacionales. Y todos con la misma promesa: Hacer realidad tus más grandiosos sueños.

Honestamente, te enseñan tácticas para principiantes, y no te dan la claridad que precisás…

Así que ¿Te parece si aclaramos el tema?

Los nombres de esos programas son diferentes, pero generalmente la mayoría siguen el mismo proceso:

1. Decidí lo que querés, fijá tus metas.

2. Hablá de tus sueños con tus amigos y familiares

3. Poné una fecha límite

4. Separá la meta en pasos

5. Encontrá a alguien que logró ese objetivo, o uno similar, y modelá su actitud y sus creencias

6. Repetí afirmaciones todos los días hasta creer en eso

7. Tomá acción

8. Repetí los pasos 6 y 7.

Entonces… ¿Está la industria de la autoayuda y el crecimiento personal realmente rota? No. No hay nada de malo con estos pasos. Los pasos funcionan.

El problema está en si tu sistema de hábitos y tu sistema de creencias apoyan tus metas, o no. Es decir, si estás haciendo lo que debés hacer para tener los resultados que querés (enfocarte en las cosas correctas), y si realmente crees que los objetivos que te fijás son posibles.

Creer en que podés lograr tus objetivos, y concretamente hacerlo, funciona como un músculo (si, estoy comparando a la confianza con un músculo)… Si no lo entrenás, el músculo de la confianza se queda débil, flojo, pobre, inútil. Y entonces llegarás a la conclusión de que “tenés baja autoestima” ¿Te suena?

No importa cuánto desees o cuanto visualices o cuánto afirmes lo que querés manifestar… Cuando te pones metas grandes, precisás un sistema de hábitos y de creencias igual de grande, que las apoyen.

Por favor, ahora resistí la tentación de salir corriendo a decirle esto, a toda la gente que conocés. Tampoco los corrijas. Dejalos que sigan buscando la última fórmula para manifestar sus deseos, dejalos que sigan “probando cosas”.

A cambio voy a mostrarte por qué metas grandiosas + confianza débil, no funciona. O… ¿Por qué la mayoría de las técnicas para lograr metas, al final fallan?

Este es el proceso:

1. Te ponés una meta GRANDE (generalmente, ese mismo objetivo que hace años venís prometiéndote)

2. Pensás: “Este año va a ser diferente. Voy a motivarme más. Voy a esforzarme más que antes y así voy a lograrlo”

3. Hacés una larga lista de tareas, en la que escribís todas las cosas que te parece que tenés que hacer….

4. Das un par de pasos…

5. Y… ¡Boom! Enfrentás tu primer desafío, no entendés qué hacer, y te bloqueás. Ahora sí el resultado se ve más lejos que nunca.

Aprendedores del fracaso… ¡no malinterpreten! Por supuesto que el éxito se trata de pensar en grande, de tener objetivos audaces. Sin embargo, primero lo primero: Aumentar el impulso y fortalecer el músculo de la confianza, con micro-éxitos.

Es más… ni es necesario que tus micro-éxitos están relacionados con las metas GRANDES: simplemente, empezás a programar a tu cerebro a fijarte objetivos y completarlos. ¿Cuál es la razón hacerlo? Para progresar precisás impulso, y nada aumenta más el impulso como irte a dormir con la sensación genial de haber ganado el día.

La mayoría de las personas están tan hipnotizados por las historias sensacionalistas de logros grandiosos de gente como Steve Jobs, que se distraen y lo ven como algo insignificante… En realidad, las personas más productivas y exitosas, llegaron ahí dando incontables micro-éxitos.

Esta estrategia está basada en los últimos avances de la Neurociencia… ¿Qué pasa en tu cerebro cuando hacés algo y te sale Bien? ¿Qué pasa cuando hacés una cosa y conseguís lo que esperabas?

Se empieza a formar la creencia de que podés lograrlo. Y cuantas más veces tengas éxito en algo, mejor almacenará tu cerebro la información que te permitió lograrlo. Así es como lo convertís en un hábito. Así es como ponés tu éxito en piloto automático.

Entonces, así es cómo se ve la versión mejorada del proceso para lograr objetivos grandes:

1. Hacer una lista de todos los objetivos que te fijaste en el pasado, y que no lograste.

2. Seleccionar uno de esa lista que todavía quieras alcanzar.

3. Convertirlo en un mciro-éxito, en una meta que puedas lograr como máximo en una semana (ejemplo: 20 nuevos clientes por mes, se convierte en 4-5 clientes esta semana)

4. Ponerte en acción y completalo.

5. Elegir otro micro-éxito.

6. Completarlo.

7. Hacer esto hasta que tengas entre 3 y 5 micro-éxitos completos. Si querés, cada uno podría ser más grande que el anterior.

8. Ir por tu objetivo GRANDE.

Si usás este proceso, por favor, sé amable vos mismo o con vos misma. Lograr un micro-éxito es mucho mejor que sólo haber dado un paso. La estrategia de los micro-éxitos,  te ayuda a fortalecer tu confianza en que podés lograr objetivos, no sólo dar pasos.

Ahora la pregunta… ¿Cuál de tus objetivos podés convertirlo en un micro-éxito, que podrías lograr en menos de 5 minutos?

Por ejemplo:

  • Eliminar el estrés, puede convertirse en hacer tres respiraciones profundas en la ducha.
  • Escribir un libro, puede convertirse en después de desayunar, completar una frase, un renglón.
  • Hacer deporte o ejercicio, puede convertirse en subir por las escaleras en vez de usar el ascensor.

Escribime los tuyos en un comentario acá debajo del artículo.

Agustin Andrade

Autor y Comunicacor

www.agustinandrade.com

Extraido de Instituto Draco

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