Tal Ben-Sahahar, psicólogo y famoso por haber creado por primera vez un curso sobre felicidad en la Universidad de Harvard, plantea que para manejar adecuadamente el estrés tenemos que practicar la recuperación. En una de sus charlas dijo: “El estrés no es el problema, el problema es la falta de recuperación.” Se refería a la falta de espacio que damos a instancias que nos permiten recuperar la energía que las demandas, altas o bajas, de la vida cotidiana nos quitan. El problema es no parar.
Ben-Sahahar sugiere practicar la recuperación en tres niveles. A nivel micro, significa parar por unos minutos cada una a dos horas, a respirar, a conversar sobre algo liviano con alguien, a mirar la naturaleza unos minutos, tomarse un momento para agradecer las cosas buenas, etc. A nivel intermedio, significa dormir 7 a 9 horas cada día, realizar actividad física dos a tres veces por semana, sentarse a la mesa y comer con calma al menos una vez al día, tener instancias de vinculación positiva con la familia o con amigos un par de veces a la semana, realizar alguna práctica espiritual, etc. A nivel macro, la recuperación significa tomarse una, dos o tres semanas de vacaciones un par de veces al año.
Ahora que empiezan las vacaciones de invierno tienes una tremenda oportunidad para recuperar energía, y también para empezar a practicar hábitos de recuperación micro e intermedia. ¿Por qué? Porque cuando estamos sin tantas presiones es más fácil incorporar rutinas nuevas, podemos poner más atención y ser más consistentes. Te proponemos primero reflexionar, ¿cuánta recuperación micro e intermedia practicas generalmente?
Luego revisa el plato de la mente sana, que propone Daniel Siegel:
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Actividad física: Se recomienda 30 minutos todos los días, pero aunque sea menos, de todas maneras ayuda. No es necesario que sea un deporte exigente, puede ser caminar, bailar, subir un cerro. Es muy importante que sea de tu agrado para la consistencia.
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Dormir bien: Esto significa 7 a 9 horas diarias, no hay excepciones. Con menos horas el cerebro no alcanza a recuperarse, y las siestas no reemplazan las horas perdidas durante la noche.
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Tiempo interior: Algunos minutos para estar contigo mismo/a, meditar, respirar de manera consciente, orar, escribir tus pensamientos, agradecer, conectarte con la naturaleza.
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Tiempo de Ocio: Algunos momentos breves de dejar la mente divagar, soñar, recordar momentos agradables, imaginar, o pensar en superficialidades que te agraden. OJO: si la mente se enfoca en las preocupaciones o en problemas no sirve, eso se llama rumiar, y es fuente de mayor estrés.
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Tiempo de juego y humor: Hay miles de formas de jugar o de traer el humor a la vida.
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Cultivar tus relaciones: Tener momentos de conexión con otros, sean familiares o amigos. Pueden ser conversaciones o hacer algo juntos.
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Realizar actividades que te apasionen o tiempo concentrado: tener momentos en que realizas una actividad en la que sientes que el tiempo vuela, que te apasione, en la que usas tus habilidades. Pueden ser actividades relacionadas con tu trabajo, aprender algo nuevo, leer un libro, o algún hobby que te permita desarrolalr competencias.
Identifica cuál de los 7 hábitos te resultaría más fácil incorporar o aumentar en tu vida. Comienza de a poco, con lo que te resulte más fácil.
Luego ponte una meta, realista pero a la vez que te exija. Agenda cuándo practicarás tu nuevo hábito. Revisa cada semana cómo vas. Ajusta si es necesario.
Practicar este hábito durante las vacaciones con frecuencia probablemente te facilitará que cuando comience el segundo semestre te resulte más natural seguirlo cultivando, y que pase a ser parte de tu repertorio de estrategias de recuperación.
Recuerda, el estrés no es el problema, el problema es no saber recargar nuestra energía para funcionar óptimamente, y eso es en gran medida una decisión.
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¿Alguna vez te has parado a analizar cómo te sientes ante alguna situación? Incluso, si es una situación repetitiva que te molesta y no sabes por qué se repite? Muchas veces te sientes incómodo/a sin ni siquiera saber realmente la emoción que estabas sintiendo.
A continuación, te paso un listado de emociones que pueden ayudarte a ponerle nombre a cómo te sientes:
FURIOSO: enojado, resentido, preocupado, irritado, molesto, fastidiado, indignado, enfurecido.
ANSIOSO: preocupado, angustiado, nervioso, temeroso, miedoso, alarmado, asustado, atemorizado, intranquilo.
AVERGONZADO: ridículo, acomplejado, aturdido.
CULPABLE: abochornado, responsable, malo.
DESESPERANZADO: desanimado, pesimista, desesperanzado.
SOLO: abandonado, solitario, rechazado
TRISTE: deprimido, bajo de moral, infeliz, decaído, decepcionado, dolido.
ESTRESADO: abrumado, quemado, tenso, presionado, nervioso, trabajo en exceso.
Realmente; ¿conoces los motivos de estos sentimientos negativos? Algunas personas creen bajones anímicos se deben a las hormonas o a la química de nuestro organismo. Evidentemente hay algo de cierto esta teoría. Medicaciones como son el litio y los antidepresivos pueden resultar bastante beneficiosos para determinados problemas emocionales, lo que indica que los procesos químicos de nuestro cerebro juegan un papel importante en nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Otras personas piensan que su estado anímico se viene abajo debido a cosas negativas que le suceden en su vida. Y otras, se sienten incompetentes e inferiores, y se deprimen por ello. Algunas otras se vienen por las dificultades con las que tropieza en sus carreras profesionales o relaciones personales. Noche de nosotros pasamos nuestra autoestima en el éxito alcanzado en el trabajo y en nuestras las relaciones con los demás; y cuándo perdemos nuestro puesto de trabajo o nos abandona una persona querida, nos sentimos desolados.
Todas estas ideas tienen un punto de verdad. Pero todas esas teorías tienen un gran inconveniente: nos convertimos en víctimas de unas circunstancias que escapan de nuestro control. Pero en este tema quiero que empieces a familiarizarte con una idea relativamente simple: no nos trastornamos por las cosas que suceden, sino por la visión que tenemos de las mismas. Dicho de otra manera: las cosas negativas que nos suceden no son los causantes de nuestras emociones negativas. Las emociones negativas surgen por la forma en que pensamos acerca de todo lo que nos sucede. Entonces, nuestros sentimientos tienen su origen siempre en nuestros pensamientos y en la forma como pensamos de las cosas, más en los sucesos propiamente dichos. Determinados tipos de sentimientos tienen su origen en determinados tipos de pensamiento.
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El retorno a la presencialidad total es sin duda un anhelo y un objetivo prioritario de las comunidades escolares. Durante los últimos dos años escuchamos a muchos docentes decirnos que echaban de menos el contacto físico con los estudiantes. Sin embargo, ahora que estamos en ese escenario, parecen haber bastantes dificultades. Volver a acostumbrarse a un colegio “lleno” de estudiantes, con la amenaza permanente de contagio y la efervescencia de niños, niñas y adolescentes que vuelven a reencontrarse en el espacio escolar, es un tremendo desafío.
Si en tu comunidad escolar estás viendo que el estrés sube, docentes cansados, estudiantes hiperactivos y equipos desgastados, entonces, te recomendamos darle prioridad a una planificación que tenga como foco el bienestar. Esto no significa dejar de darle importancia al aprendizaje académico, por el contrario, es la mejor inversión que puedes hacer para promover ambientes seguros y adecuados para la recuperación escolar. El estrés es el enemigo número uno de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La pandemia ha sido un evento traumático para toda la humanidad, y esto es algo que es importante reconocer, para poder aceptar con compasión lo que esté ocurriendo en la comunidad escolar. Es normal y es adecuado que las personas estén reaccionando como lo hacen. Pero ¿cómo se puede ayudar a la comunidad a manejar el estrés y los efectos del trauma?
Proponemos a las comunidades escolares enfocarse en este objetivo durante el inicio del año escolar. Lo que inviertan en este momento para construir capacidades de autogestión emocional y prácticas de cuidado, tendrá un enorme impacto en el aprendizaje académico y en las relaciones dentro la comunidad en el corto plazo, y en la vida futura de las y los estudiantes en el mediano y largo plazo.
Estas capacidades de autogestión emocional y prácticas de cuidado se aprenden practicándose, y por lo tanto, requieren que primero los adultos las conozcan y las usen de manera personal. Hay muchas estrategias que puedes sacar de la Bitácora para el Autocuidado Docente, material entregado por el MINEDUC a todos los docentes del país, y que también está disponible en formato PDF.
Establecer tiempos de pausas activas o guiadas, en las que se hagan ejercicios de respiración, juegos o reflexiones en torno a temas no académicos. Que cada reunión tenga un inicio o un final significativo, que implique un ejercicio de autoconciencia o de conexión con otros. Hay prácticas tan sencillas como empezar una reunión planteando preguntas que conectan. ¿Cuándo fue la última vez que te reíste a carcajadas? ¿Qué país te gustaría visitar? ¿Con quienes vives? ¿Cuál es tu hobby favorito? Al intencionar estos momentos las personas tienen un espacio de conexión a nivel personal, sin entrar en una intimidad inapropiada, se favorece el que se conozcan más y aumenta la confianza, lo que se traduce en un aumento del trabajo colaborativo.
Otra idea es tener un mural de gratitud, en el que se van dejando mensajes de gratitud y todos pueden leerlos. Esto se puede hacer a nivel de adultos y también en la sala de clases.
Por último, es fundamental aprender a parar cuando haya situaciones caóticas o estresantes, cuando se tiene la sensación de que se pierde el control. Que sea válido y valioso el detenerse, reconocer lo que está sucediendo y buscar una forma de volver a recuperar la calma. Es la mejor manera de manejar el estrés y es un modelaje fantástico para los estudiantes.
Pero todo esto será muy complejo si no se planifica y si no se incluye en dicha planificación a docentes, asistentes de la educación e incluso los mismos estudiantes. Si inviertes hoy en bienestar, tendrás mejores resultados de aprendizaje y una comunidad fortalecida.
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Cuando vamos a dormir deseamos tener sueños placenteros y agradables pero no siempre es así. A veces nuestros deseos se tuercen y nos encontramos en medio de una película de terror. Si alguna vez has estado en esta situación sigue leyendo que este post te interesa.
Según algunos expertos todos soñamos aunque no recordemos nada al despertar y además la mayoría sueña en color. Sólo una minoría sueña en blanco y negro o en matices de gris.
Nuestros sueños están relacionados con nuestras fantasías, deseos y pueden rememorar los sucesos del día o del pasado ya sea reciente o lejano.
Cuando nuestros sueños no son tan buenos y se convierten en pesadillas lo solemos recordar como un sueño lúcido, en el que parece que lo estás viviendo realmente todas esas emociones negativas que envuelven a una pesadilla. Pero cuando estos sueños son recurrentes nos pueden estar diciendo que debemos prestar atención a nuestra salud mental.
A veces parecen tan reales que despiertas en pánico, desorientado y cuando recuperas la compostura te quedas pensando qué significado podría tener ese sueño. Según la fundación americana del sueño las pesadillas son una manera que tiene nuestra mente para lidiar con los traumas, episodios desagradables y emociones negativas y de esta manera intentar buscar una solución a ello.
10 pesadillas más comunes y su significado:
1-Sentir que te persiguen
Si sufres de ansiedad o estrés es posible que estés reflejando tu deseo de escapar. Puede ser que desees escapar de enfrentarte a un problema o tomar alguna decisión importante. Cuando te enfrentes a tus problemas estas pesadillas acabarán.
2-Sentir que estás desnudo
Aunque parezca que no es demasiado terrorífico, el soñar que estás haciendo algo importante y de pronto te veas desnudo te genera ansiedad. Esta pesadilla refleja tu inseguridad y falta de confianza. Deberás fortalecer tu autoestima para eliminar este tipo de sueños.
3-Sentir que mueres
Puedes sentir que un asesino te mata o que mueres trágicamente y sentir como la vida se te escapa. Este sueño es bastante común y no tiene nada que ver con morir realmente sino con algún cambio que estés sufriendo en tu vida. Nuestra mente asocia la muerte (simbólica) con el cambio.
4-Caer por un precipicio
Este es otro sueño muy común. De pronto sientes que caes hacia un agujero negro interminable y casi siempre solemos despertar cuando pensamos que vamos a estrellarnos contra el fondo. Nuestra mente asocia este tipo de sueño con la falta de propósito en la vida o con la falta de seguridad de hacia qué dirección debe tomar nuestra vida.
5-Soñar que te ahogas
Es una de las pesadillas más desagradables que puedas tener. Sientes que luchas por mantener tu cabeza fuera del agua pero no puedes y hasta puedes llegar a sentir que se te llenan los pulmones de agua. Deberás preguntarte si los problemas te “ahogan” si te sientes atrapado o quizás no estás logrando lo que deseas porque algo o alguien te lo impide.
6-Soñar que pierdes los frenos de tu coche
Imagínate conduciendo y que de pronto no puedes frenar y ves como inevitablemente te chocas contra otros coches o caes por un barranco. Esto puede indicar que tu vida está fuera de control y que necesitas reconducir tu vida. Date un respiro y replantea tus prioridades.
7-Soñar que pierdes un diente
Esto puede indicar que tienes miedo a los cambios y muestra tus inseguridades.
8-Soñar que estás paralizado
Sientes que no te puedes mover y necesitas hacerlo ante un peligro inminente. Quizás alguien te persigue, o deseas esconderte de un ataque. Este sueño muestra que estás estancado en tu vida y que no estás haciendo aquello que deseas y te hace feliz. Es posible que estés en un ambiente tóxico que te lo impida.
9- Soñar con un desastre natural
Si es un sueño recurrente puede indicar que padeces algún tipo de fobia, sobre todo si no has vivido un desastre natural de verdad.
10-Soñar que te has perdido
Si sueñas que estás perdido e intentas buscar el camino de vuelta a casa significa que te sientes perdido en tu vida. A todos nos ha pasado alguna vez pero lo importante es reconducir nuestra vida sabiendo cuales son nuestras prioridades, nuestras metas y así tendrás una guía que te llevará hacia donde realmente quieres. Esto aumentará tu confianza en ti mismo y elevará indudablemente tu autoestima.
Tener una pesadilla no es grave, todos las hemos padecido alguna vez. Pero deberás prestarle atención si se convierten en recurrentes pues pueden estar mostrando algún tipo de desorden psicológico que con ayuda se puede resolver.
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Seguro lo has sentido. Sudas antes de hablar en público, te aterran las calles oscuras o, en el peor de los casos, te dan ataques de pánico cuando te saturas de información. Todo es producto de la cortisol, una hormona liberada por el cerebro para producir estrés.
Verás, el estrés es un aliado. Nos mantiene vivos. Sin embargo, mucho de esto significa mucha cortisol, y los estudios citados por Madhumita Murgia en su conferencia de Ted muestran que una exposición continua al cortisol reduce el tamaño del cerebro a largo plazo.
Un poco de estrés al año no hace daño
Como profesor en Tailandia, fundador de este blog, youtuber y redactor en más de 5 revistas financieras hablándole a jóvenes sobre educación financiera, creo que el estrés ya es parte de mi vida.
De acuerdo con la universidad McGill, el estrés es bueno cuando lo usas como oportunidad para mejorar o sacar algo positivo de ello. Te puede ayudar a crecer si lo sabes usar.
En conclusión, el estrés positivo puede impulsarte a esas sensaciones de logro y satisfacción, mientras que el negativo te guiará a la ansiedad y depresión. Lo dice el Banco Mundial.
En mi caso, el viaje me hizo comprender (por la fuerza) que la incertidumbre es lo que hace que la vida sea tan especial. Hoy puede que duerma en un resort, pero mañana puede que lo haga en una cabaña de palos y arcilla. Eso me obliga a aprovechar al máximo el presente (sin estrés).
Articulo extraído de Telcohogar
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“¿Por qué las cebras no tienen úlceras?” Este es el título de un libro escrito por Robert Sapolsky, profesor de la Universidad de Stanford y un reconocido investigador del estrés. En él explica que las cebras, al igual que los seres humanos, tienen un sistema nervioso muy sabio. Por una parte, se activa y se pone en estado de alerta cuando percibe algún cambio en el ambiente que puede ser amenazante; y así por ejemplo, cuando la cebra ve a un león, la respuesta típica de estrés que su sistema nervioso activa, le permite correr a toda velocidad y escapar. Luego, ese mismo sistema nervioso, cuando el león desaparece, genera otra serie de cambios neurofisiológicos que “ponen paños fríos” al estrés activado previamente, y hacen que la cebra recupere la calma para seguir pastando tranquilamente. Este período de recuperación es sumamente importante para cuidar su energía, la que necesita para alimentarse, procrear y en algún otro momento en que su supervivencia se ponga a prueba nuevamente.
¿Qué pasa en los seres humanos que este sistema de recuperación parece no funcionar tan adecuadamente?
Nuestro sistema de recuperación funciona, en la medida en que se lo permitamos. La cebra que ha visto a un león está en alerta mientras el león está dentro su campo visual o perceptivo, una vez que desaparece la cebra no puede seguir pensando en el león como una potencial amenaza. Nosotros en cambio, debido a nuestra más sofisticada corteza prefrontal, aún cuando los leones desaparezcan de nuestra vista, podemos seguir pensando en ellos, y por lo tanto perpetuando la activación del sistema de alerta. Cuando esto ocurre, empezamos a sufrir daños en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo. Por ejemplo, se disminuye la regeneración neuronal y perdemos capacidad para el aprendizaje y la memoria. También se debilita el sistema inmune, y estamos más propensos a sufrir enfermedades.
En este momento complejo que estamos viviendo, en medio de una pandemia, es más importante que nunca aprender a gestionar nuestros mecanismos de recuperación para evitar los daños del estrés crónico. Hay muchas técnicas y actividades que la ciencia ha comprobado son muy efectivas para la recuperación. La actividad física, la respiración, el contacto con la naturaleza, los vínculos, activar emociones positivas, etc. Lo más difícil es tomar la decisión de incorporar el hábito de la recuperación en el día a día. Para eso sugerimos hacer una planificación con pequeños objetivos. Elige lo que te resulte más fácil y que sea de mayor agrado. Cuando ya hayas incorporado algún hábito avanza con otro, si es que crees que lo necesitas. Te recomendamos revisar en la Bitácora para el Autocuidado Docente, el capítulo 2, donde encontrarás actividades que te pueden ayudar a planificar tu recuperación. Este es un material puesto a disposición por el MINEDUC, y cuyos contenidos fueron elaborados por un equipo de Fundación ama+-
Para las comunidades escolares, sería bueno reflexionar cómo son las espacios de recuperación a nivel organizacional. ¿Hay momentos para parar y respirar? ¿Se respetan los horarios de trabajo? ¿Se podrían incorporar prácticas de recuperación colectivas dentro de las jornadas? Cultivar una cultura del cuidado del bienestar comienza por favorecer los mecanismos de recuperación.
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Desde que empezó la pandemia los pronósticos sobre su impacto en la educación han sido cada vez más catastróficos. Organismos internacionales y nacionales de gran prestigio nos alertan sobre el aumento de la desigualdad, la deserción escolar, retrocesos enormes en los aprendizajes. En muchas ocasiones se usan términos como «determinantes», «irreversibles» e «irremontables» para calificar estas consecuencias tan negativas. A medida que pasa el tiempo (ya vamos por un nuevos semestre a distancia o a lo más semi presencial), el miedo a todo lo que se ha perdido crece y crece.
No cabe duda, y no podemos estar más de acuerdo, en que es muy deseable que los niños, niñas y adolescentes vuelvan pronto a acudir a sus escuelas de manera presencial. Sin embargo, no creemos que lo ocurrido durante esta pandemia sea determinante, y menos que no haya nada más que hacer que «aguantar» hasta que las escuelas abran sus puertas. Si así fuera, estaríamos contradiciendo numerosa evidencia que nos muestra que tenemos una mente resiliente , y que gracias a su plasticidad, frente a las adversidades, es capaz de reinventarse y salir incluso más fortalecida.
El mayor enemigo para la mente resiliente no es el no haber aprendido mucho, sino el estrés crónico o el estrés agudo paralizante. Este tipo de estrés causa daño a nuestro organismo, afectando desde nuestro sistema inmune hasta la regeneración celular. Una de las consecuencias más nefastas para el aprendizaje y la enseñanza es que «hackea» a la corteza prefrontal y el circuito del aprendizaje, y exacerba la activación de circuitos subcorticales. Esto significa que no nos deja pensar con claridad, poner atención, memorizar, planificar, analizar, crear e innovar. Cómo no preguntarse entonces ¿qué debiera ser la prioridad para este momento de la educación?
Sabemos que se dice que la contención debe ser prioridad, pero en la práctica, ¿cuántas horas del trabajo que están haciendo las comunidades es para el bienestar emocional y cuántas para pasar materia? ¿Cuántas horas se va a dedicar al bienestar emocional cuando se vuelva a la presencialidad y cuántas a recuperar aprendizajes? ¿Cuánto estrés más va a provocar la recuperación a presión?
Muchas comunidades escolares nos han estado contando que los docentes y todos los funcionarios están, cada día que pasa más agotados, a veces angustiados. ¡Y estamos recién terminando el segundo mes, de un año escolar que será complejo!
Existe la ilusión de que la presencialidad terminará con este largo mal rato que hemos pasado, y que por fin vamos a respirar, los estudiantes irán felices a clases y los docentes gozarán ejerciendo su profesión al retomar el contacto físico. Eso quizás podría ocurrir si es que hoy cultivamos la resiliencia, pero jamás lo hará si las mentes que vuelvan a estar físicamente en las salas de clases llegan extenuadas.
Sigamos trabajando para volver a la presencialidad, pero no agobiemos más a las comunidades escolares. Lo más importante es trabajar para que las mentes de nuestros estudiantes y sus docentes estén sanas y fuertes para resistir este momento y sobreponerse con éxito cuando esto pase. Es urgente combatir el miedo y la desesperación con muchos espacios de calma, conexión, contención, juego, humor, esperanza. Que las matemáticas y el lenguaje, sean vehículos para estos objetivos que son más prioritarios.
Las mentes resilientes, no sólo recuperarán con mayor facilidad los aprendizajes perdidos, sino también se adaptarán mejor a un panorama que será totalmente distinto al prepandemia. Las mentes resilientes no sólo llegarán preparadas de mejor manera a los desafíos del futuro, sino que serán las que crearán ese futuro.
Invitamos a aquellas comunidades escolares que quieran promover la resiliencia entre sus miembros, a conocer nuestros servicios, en especial los que se presentan en www.aprendizajesocioemocional.cl/
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Muchos estudios científicos han demostrado la relación de la mente con nuestro cuerpo.
Sabemos que una mente llena de optimismo, pensamientos positivos y abierta al cambio es capaz de acelerar los procesos de curación de nuestro cuerpo.
En cambio una mente deprimida, estresada y con pensamientos negativos constantes hace exactamente lo contrario: es capaz de bajar nuestras defensas y que seamos mucho más propensos a desarrollar alguna enfermedad.
Equilibrar nuestra mente es crucial para tener un buen estado de salud. Si nuestra mente se encuentra en constante estrés esto puede afectar directamente a nuestro cuerpo manifestándose en: dolores de cabeza, tensión arterial alta, debilidad, etc, y también puede causar depresión y ataques de ansiedad.
Para equilibrar nuestra mente-cuerpo-espíritu es necesario que elimines de tu mente toda la basura emocional que no te permite avanzar. Para empezar debes estar dispuest@ a cambiar. Una buena actitud te asegura el éxito.
Pasos para equilibrar tu mente cuerpo espíritu:
-Pregúntate qué te hace feliz, cómo te sientes…
Debes estar pendiente de cada señal que te envía tu cuerpo. Presta atención si tienes cambios de humor, dolores localizados, situaciones o personas que te dejan sin energía,etc…Conociéndote a ti mism@ podrás empezar a realizar pequeños cambios que te lleven finalmente a tu bienestar total
-Pregúntate dónde deseas estar en un período de 5 años
Es importante que tengas metas y objetivos por cumplir. Una vida sin intención no va a ningún lado. Hay estudios que han demostrado que una persona sin objetivos y que no le ve sentido a su vida, es una persona que está abocada a la depresión.
Puedes empezar pensando en períodos de tiempo más cortos como 6 meses, 1 año, y así sucesivamente. Una vez hayas conectado con tu ser interior te sentirás liberad@ y en paz.
Acciones para encontrar tu equilibrio:
1-Realiza ejercicio regularmente, esto te ayudará a liberar el estrés mental. Puedes practicar algún deporte, hacer cardio, yoga o simplemente caminar. El caso es moverte.
2-Aliméntate correctamente, tu cuerpo y tu mente necesitan estar fuertes para afrontar los retos del día a día. Deja a un lado la comida basura y comienza a ingerir alimentos saludables.
3-Practica el mindfulness o la meditación.
Aunque creas que es difícil o que no puedes concentrarte, con sólo 5 minutos al día para empezar bastaría. Luego puedes ir incrementando el tiempo de meditación hasta el punto en que llegues a 1 hora. Los beneficios son múltiples.
4-Duerme lo suficiente
Un mínimo de 7 horas puede ser suficiente para que te levantes con energía. Durante el sueño el cuerpo se regenera. Se reparan las células dañadas, el cuerpo produce más anticuerpos para que puedas luchar contra los virus y las bacterias. En definitiva, el sueño repone las energías que necesitas para el día siguiente.
5-Queda con tus amigos y familiares
Este punto es importante. Es muy necesario tener conexión con nuestros seres queridos. Todos necesitamos un abrazo, un hombro donde apoyarnos. Nuestro equilibrio emocional muchas veces puede depender de esto.
6-Elimina todo lo que te produce estrés y te angustia
Eliminando todo lo que te hace daño, podrás encontrar la paz interior. Esto incluye personas, situaciones, lugares, etc..
7-Practica el Perdón
Vive el presente y deja atrás el pasado. Enfócate en el presente y no sufrirás. Las personas que no olvidan y que siempre están pensando en las malas experiencias del pasado son más propensas a desarrollar enfermedades. Perdona a todas aquellas personas que crees te han hecho daño y perdónate a ti mism@ por todos los “errores” que hayas cometido.
8-Piensa más en ti.
Deja de complacer a los demás y piensa más en tus necesidades. A veces decir “No” es nuestra salvación. No creas que si pones por delante tus prioridades te tacharán de egoísta. Simplemente estás poniendo por delante tu salud. ¿Hay algo más importante que eso?
9-Se una persona agradecida
Agradecer ver un nuevo amanecer, el tener un cobijo, un plato de comida encima de tu mesa, te hará más humano. Puedes hacer un pequeño ejercicio de agradecimiento al acabar el día y escribir todas aquellas cosas por las que estás agradecido
10-Ayuda a otras personas
Esto puedes hacerlo de muchas maneras, desde un voluntariado hasta haciendo donaciones de alimentos o de aquello que ya no necesitas y que puede ser de ayuda para otras personas.
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Algunas personas sufren ante el más mínimo percance que les sucede. En cambio otras por más problemas que tengan no pierden la sonrisa, y siempre están con una actitud positiva.
Es estrés sostenido en el tiempo te lleva a padecer fatiga mental y agotamiento en el menor de los casos y en otros a padecer enfermedades más o menos graves, del corazón, enfermedades autoinmunes, trastornos del sueño, alergias, etc..
No queda duda que nuestra salud mental se refleja en nuestra salud física, de ahí la importancia de cuidar cada día más nuestra mente.
En este post te damos 10 tips para mantenerte fuerte en tiempos difíciles:
1-Mantente en contacto con tus amigos y seres queridos
Estar en contacto con tus familiares y personas de confianza te ayudará a sentirte arropado y con más fuerzas para superar cualquier problema que tengas. La soledad y el aislamiento sólo hará que que hundas más en la tristeza y la depresión. La clave está en compartir tus pensamientos y preocupaciones.
2-Sonríe más
Reírte, incluso hasta de ti mism@, es una buena terapia para superar los malos tiempos. Cuando nos reímos segregamos endorfinas (conocida como la hormona de la felicidad) , que nos ayudan a reducir el estrés, dejándote una sensación de bienestar.
3-Cuida tus pensamientos
Una mente fuerte, es una mente positiva. Tus pensamientos construyen tu realidad. Así que si estás constantemente pensando en cosas negativas verás el mundo de esa manera y pensarás que todo lo malo te sucede a ti. En cambio, si mantienes una actitud positiva, aprendiendo de tus errores, viendo el lado bueno de cada situación, entonces verás la vida en otro color.
4- Cuida tu alimentación
Una alimentación balanceada, sin exceso de azúcar, ni grasas, ni alcohol, te dará más claridad mental. Te sentirás más fuerte para afrontar situaciones indeseadas. Hay algunos alimentos que te pueden ayudar a reducir la depresión y la ansiedad como el plátano, piña, frutos secos, cereales, legumbres, productos lácteos, pescado azul, huevos, etc. Un buen aporte de vitaminas harán que tu organismo esté preparado para afrontar el día.
5-Cuida tu cuerpo
Además de la alimentación el ejercicio físico te energiza y te libera el estrés mental. Con tan sólo 30 minutos al día, ya sea de dar un paseo, de hacer cardio o cualquier actividad física hará que te sientas bien contigo mism@. Cuando hacemos ejercicio además de las endorfinas, liberamos dopamina y noradrelanina y otras sustancias que están muy relacionadas con la regulación de las emociones.
6-Mímate
Date un capricho: prepárate una bañera caliente, ve de compras, hazte un masaje, ve a la peluquería, etc.. Todas estas cosas te subirán la autoestima. Una persona con la autoestima alta, es una persona fuerte. ¡Ámate!
7-Aléjate de las personas tóxicas
Lo que menos necesitas es una persona a tu lado que te deprima con sus pensamientos negativos y tóxicos. Estas personas son vampiros emocionales que te dejarán literalmente sin energía. Aléjate lo más rápido que puedas y rodéate de personas positivas que te ayuden a crecer y a ser mejor persona.
8-Vive en el presente
El momento es ahora. El pasado ya pasó, sólo debes quedarte con el aprendizaje de las “malas” y “buenas” experiencias vividas para ser una persona emocionalmente madura y afrontar lo que te llegue con una sonrisa.
9-Elimina el resentimiento y la ira
Este punto está muy ligado con el anterior. El resentimiento y la ira contenida está comprobado que enferman. Libérate de ellas. Intenta buscar la causa de tu resentimiento. Muchas veces hay otras emociones enmascaradas detrás como el miedo.
10-Modifica tus creencias limitantes
Este muy importante que te des cuenta de las creencias que no te ayudan a crecer y que te mantienen atad@ al pasado. De esta manera podrás reemplazarlas por creencias que te ayuden a evolucionar.
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El pH es un parámetro que se encuentra presente en todos los ecosistemas de nuestro mundo, de una manera u otra. Al igual que sucede con la temperatura, los seres vivos se adaptan a un determinado grado de pH, y desarrollan su actividad vital condicionados a un mantenimiento de ese nivel de pH establecido.
Mientras ese pH se mantiene dentro de unos límites adecuados, la vida sigue su curso de manera normal. Cuando el pH varía fuera de esos límites, se produce un desequilibrio, causando problemas para el normal desarrollo de la actividad y llegando a poner en peligro la vida en ese ecosistema.
Para hacer un paralelismo del factor pH con el factor temperatura, si tomamos el ejemplo del oso polar, éste está perfectamente adaptado a vivir en climas muy fríos, su metabolismo y su piel hacen que vivir a una temperatura de -30 ºC no sea ningún inconveniente, pero sin embargo es incapaz de vivir mucho tiempo en un clima caluroso. Aunque el valor pH es mucho más desconocido que el valor temperatura, también condiciona el tipo y condiciones de vida de nuestro entorno.
Las letras pH son una mera abreviación de “pondus hydrogenii“, traducido del latín como potencial de hidrógeno. (Sorensen 1909). Puede decirse en términos muy básicos, que las sustancias capaces de liberar iones hidrógeno (H+) son ácidas y las capaces de ceder grupos hidróxilo (OH-) son básicas o alcalinas.
El pH en el mundo vegetal.
Podemos observar, cuando subimos una montaña, como la vegetación va cambiando a medida que ganamos altura sobre el nivel del mar y varía la temperatura. De la misma manera el pH es considerado como una de las principales variables en los suelos, ya que controla muchos procesos químicos que tienen lugar en éstos. Afecta específicamente la disponibilidad de los nutrientes de las plantas.
El servicio de Conservación de Recursos Naturales de EEUU clasifica los rangos de pH del suelo en:
Denominación Rango de pH
Ultra ácido < 3.5
Ácido extremo 3.5–4.4
Ácido muy fuerte 4.5–5.0
Ácido fuerte 5.1–5.5
Moderadamente ácido 5.6–6.0
Ligeramente ácido 6.1–6.5
Neutro 6.6–7.3
Ligeramente alcalino 7.4–7.8
Moderadamente alcalino 7.9–8.4
Alcalino fuerte 8.5–9.0
Alcalino muy fuerte > 9.0
Los suelos que están cercanos al pH neutro (7) ofrecen los beneficios de tener en general la mayor disponibilidad de nutrientes.
Los organismos que habitan en el suelo son importantes para la degradación de los materiales orgánicos que servirán posteriormente como abono. Estos organismos trabajan mejor en un pH por encima de 6,0. Las lombrices de tierra prefieren el pH por encima de 6,5. Un pH por debajo de 6,0 disminuye la fijación de nitrógeno, haciendo más lenta la descomposición de la materia vegetal.
Ríos y lagos
El agua de los lagos, lagunas y ríos sanos tiene un pH entre 7 y 8.
La mayoría de los peces tolera el agua con pH entre 6 y 9. Los peces generalmente mueren en pH más bajos y más altos.
Los sapos y otros anfibios son más sensibles al pH que muchos peces. Es por ello que el estudio de anfibios se utiliza como parámetro básico en el estudio de la calidad medioambiental del agua de ríos y lagos.
La lluvia ácida ayuda a acidificar el pH del agua dulce de lagos y ríos.
Mares y océanos
Los océanos regulan el clima, ayudando a producir la lluvia necesaria para que haya agua en los ríos. La vida en la Tierra simplemente no existiría sin los océanos. Más de la mitad del oxígeno que respiramos es producido por el fitoplancton del océano. Los “bosques azules”: praderas marinas, humedales y manglares, absorben más CO2 que los bosques en la Tierra. Estos bosques azules son vitales para el clima en el planeta.
El mar es un medio ligeramente alcalino. El pH del agua oceánica está entre 7.5 y 8.4.
¿Qué pasa con nuestro organismo?
Nuestra sangre es ligeramente alcalina, su pH fluctúa entre 7.35 a 7.45. En cambio nuestro estómago es ácido, 1.5 a 3.5. Lo cual es necesario para que pueda realizar bien la digestión y destruir cualquier germen que entre con los alimentos.
Los órganos encargados de mantener el pH correcto en nuestro organismo son los pulmones y los riñones.
1-Pulmones: Controlan el equilibrio del pH liberando dióxido de carbono que es el desecho producido por nuestras células. Las células lo liberan en la sangre y de ahí pasa a los pulmones.
Cuando exhalas estás liberando el dióxido de carbono que acidifica tu cuerpo. En este proceso los pulmones ayudan a reducir la acidez.
2-Riñones: Liberan el ácido a través de la orina o excretando los desechos a la sangre. Su sistema es más lento que el de los pulmones pero no menos importante.
Enfermedades producidas por la acidocis:
-Piedras en los riñones
-Fallo renal
-Problemas en los huesos
-Crecimiento lento
-Diabetes
-Resistencia a la insulina
-Pérdida de apetito
-Diarrea
-Dolores de cabeza
–Fatiga y cansancio
-Nauseas y vómitos
–Ansiedad
-Dificultades respiratorias
-Taquicardias
-Etc..
Estudios recientes han confirmado la relación entre la acidosis y el cáncer. Los altos niveles de acidosis en el cuerpo provocados por el alto consumo en carnes rojas, (proteína animal) y el consumo excesivo de sal pueden llegar a provocar cáncer.
Se hace entonces necesario un equilibrio del pH en nuestro organismo. La dieta variada, o mediterránea puede ayudarte en conseguir balancear tu pH. Consumir verduras, frutas, aceite de oliva, legumbres en más cantidad que la carne roja es clave para tener una dieta equilibrada y alejar las enfermedades de nuestra vida.
Redacción Instituto Draco
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